Sr. Director:
En la primera semana del mes fue noticia que un brutal atentado suicida, en el que murieron al menos 50 personas, había vuelto a golpear Afganistán.

 

El ataque se produjo en un recinto repleto de peregrinos, que estaban celebrando la festividad nacional de la Ashura, una fiesta musulmana chiíta que conmemora el martirio del nieto del profeta Mahoma. No es la primera vez que los terroristas aprovechan la fiesta grande de la Ashura para causar una masacre, enmarcada en la radicalización de los sunitas y su vinculación estrecha con Al Qaeda.

Cuando sucede un atentado de estas características se corre el riesgo de que el hecho religioso aparezca ante los ojos de la opinión pública enredado y confundido con la violencia. Por eso, ante la irracionalidad de estos hechos que sistemáticamente se repiten en países como Afganistán, resultan iluminadoras las palabras del Papa Benedicto XVI cada vez que pone el acento en la unión entre fe y razón.

Ello es hoy más necesario que nunca, también para evitar las desviaciones violentas de una religiosidad que se opone a la razón y de una razón que se opone a la religión. Y es que hay actos contra la razón y contra la fe. Estos son casos palpables.

Jesús Domingo Martínez