Rabiye Kurnaz es una mujer alemana-turca cuya existencia corriente cambia cuando, poco después de los ataques del 11-S, en 2001, su hijo Murat es acusado de terrorismo y es enviado a la prisión de Guantánamo. Acompañada del abogado de derechos humanos, Bernhard Docke, dedicará su vida a luchar por la liberación de su vástago. Se trata de una historia basada en hechos reales sobre una madre coraje.

La elección de la actriz Meltem Kaptan para encarnar a Rabiye es lo más sobresaliente de este film porque su presencia irradia el empuje de alguien que nunca tira la toalla, pero también el amor incondicional de una madre incapaz de creer que su hijo era un terrorista. El relato nos traslada a unos tiempos de desconfianza hacia las personas de religión musulmana tras los atentados yihadistas, del 11 de Septiembre de 2001 y, sobre todo, quiere ser una denuncia hacia las condiciones en las que se encontraban los presos de Guantánamo.

La protagonista y el abogado de derechos humanos, que le acompañó en este periplo de lucha para revisar la causa de su hijo Murat, demostraron que estaba en el lugar equivocado en el momento menos idóneo pero, como la historia en eso es bastante clara, también recuerda que el joven Murat iba a una mezquita donde algunas personas se radicalizaron y que viajó a Karachi (Pakistán) presumiblemente a estudiar el Corán. Como lo apresaron, prácticamente al llegar, queda la duda de qué hubiera ocurrido de encontrarse con personas no gratas en ese lugar, dado que hablamos de un joven de 19 años fácilmente impresionable.

No obstante para el director de la película, Andreas Dresen, que ha ejercido de juez constitucional en el estado de Brandeburgo, su película habla de ”Un ama de casa turca de Alemania que puede hacer bailar piedras. Partiendo de Bremen, puede atacar al presidente de los EE. UU. y ganar”.

En imágenes resulta demasiado pormenorizada en detalles mínimos que no aportan demasiado y alargan la historia.

Para: los que estén interesados en películas que narran causas judiciales