A Pablo Moreno (Un Dios prohibido y Poveda) no le gusta que etiqueten sus películas como cine religioso sino como dramas históricos. Sea como fuere va descubriéndonos vidas ejemplares de españoles como la de Santa Soledad Torres Acosta, cofundadora de las Siervas de María, cuyo carisma es la atención de enfermos. Luz de Soledad narra la biografía de esta santa, toda una innovadora en el campo de la sanidad debido a su afán por servir a los demás, a su interés por los enfermos. La conocemos desde que trabajaba en la modesta lechería de sus padres, cuando siente la llamada de su vocación y al ingresar en las Siervas de María, una congregación que sobrevivió gracias a sus desvelos. La historia de esta mujer, aparentemente débil, resulta plenamente actual porque rebosa  misericordia por los cuatro costados y porque alude a un tema candente en la Iglesia católica: el mal no sólo está fuera sino, en muchas ocasiones, en el seno de algunos presuntos hermanos en la fe que se muestran especialmente belicosos con las personas auténticamente religiosas. Por el contrario las características de esta santa fueron, sobre todo, la humildad, la abnegación y la constancia. Narrada  en dos tiempos, en el siglo XIX  y en un presente atemporal, Luz de Soledad recuerda los convulsos momentos político-históricos en los que vivió la santa (persecución, desamortización etc…) y para demostrar que las Siervas todavía asisten a los enfermos en la actualidad (si bien es cierto que la crisis de vocaciones ha hecho que la Orden tenga novicias en lugares tan dispares como Camerún y Filipinas y apenas en España). Como en anteriores películas de la productora Contracorriente (en esta ocasión aliada con Goya Producciones) asombra la corrección técnica de la película, a pesar de su ajustado presupuesto, y se beneficia de una magnífica actuación de la desconocida Laura Contreras, encarnando el papel de la santa. No tiene un desarrollo que haga grandes alardes de originalidad pero se desliza bien. La anécdota de Luz de Soledad es que reúne, por primera vez delante de la cámara, a Lolita Flores y Elena Furias, ambas le echan ganas y eso se agradece. Para: Los que les guste conocer la historia de alguien que intentó cambiar el mundo entregándose al servicio de los demás Juana Samanes