¿Dónde estás, Bernadette? Es una comedia dramática que nos introduce en la vida de una mujer, antaño una autentica adalid del mundo de la arquitectura en Los Ángeles, pero que abandonó su carrera hace años y desapareció misteriosamente. Desde entonces, vive aislada en una mansión en ruinas de Seattle que restaura, poco a poco, mientras la comparte con  su esposo, un atareado gurú de Microsoff, y su hija adolescente, la persona a la que más quiere en el mundo. Asocial desde hace años, Bernadette cada vez está más desquiciada y le urge un cambio que impulse de nuevo su vida. Consciente de ello, su hija le pide que viajen a la Antártida… Está dirigida por el aclamado director Richard Linklater, responsable entre otras de la maravillosa y nominada al Oscar,  Boyhood (2014). 

Basada en la novela homónima del New York Times de Maria Semple, la “rarita”  Bernadette  sería “una perita en dulce” para el análisis de cualquier terapeuta pero, como quien la retrata es el genial Linklater, resulta fantástico cómo vamos descubriendo, paso a paso, las motivaciones que le llevaron a convertirse en lo que es, mientras, a través de fotografías, conocemos  la historia de amor con su marido.

La película fluye porque asombran las reacciones de  la protagonista y también porque, en el fondo, explora lo desgraciada que puede llegar a convertirse una persona creativa cuando no desarrolla su talento. El director afirma que a él le llegó la historia de Bernadette porque describe con acierto esa especie de situación de estancamiento en la vida que para él es una de sus mayores pesadillas, porque “lo más peligroso del mundo es un artista sin trabajo”.

Sin embargo hay  algo que “chirria” en este interesante film y es la falta de química de la pareja principal, encarnados por Cate Blanchet y Billy Cudrup. Algo que no ocurre con la actriz debutante que encarna a su hija en la ficción, interpretada por Emma Nelson, con la que tiene, en pantalla, mucha química. Emma actúa en un papel muy agradecido, se mete en la piel de una madura adolescente que es capaz de “comprender” el comportamiento errático de su madre por la razón de mayor peso: porque la quiere.

Pero lo más conseguido es el intento de narrar una historia diferente y original, ya que si algo le gusta a Linklater es arriesgarse y experimentar sobre todo con el paso del tiempo, que transforma a las personas hasta extremos insospechados.

Al igual que en anteriores películas Linklater cuida especialmente el apartado fotográfico, responsabilidad de Shane Kelly, con quien ha colaborado en sus últimos films, y que hace un magnífico trabajo cuando muestra la belleza insuperable de los  paisajes de la Antártida.

Para: los que sigan la trayectoria de Richard Linklater siempre interesado en historias donde tienen peso las relaciones familiares.