Tercera entrega de la saga fantástica de James Cameron que ofrece, en sus 195 minutos de metraje, más de lo mismo: un gran espectáculo visual con contenido panteísta (donde los humanos son los malvados) y un ecologismo traspasando lo ridículo.

Sigue la acción en Pandora y asistimos a la continuación de los acontecimientos de la entrega anterior: Avatar. El sentido del agua. Es decir, la familia Sully vive con el sentimiento de pérdida tras la muerte de uno de sus hijos: los padres sin recuperarse del  dolor y el hermano del fallecido con sensación de culpabilidad. Pero, a esta familia y a los integrantes del clan Metkayina, un pueblo que vive en armonía con los océanos que les rodean,  les sigue amenazando peligros externos derivados de la ambición de los hombres, que quieren hacerse con una sustancia valiosísima para la investigación que producen esos cetáceos que se llaman Tulkun y por la obsesión del malvado de la trama: el  Coronel Miles Quaritch (interpretado por Stephen Lang) de capturar a líder Na'vi Jake Sully (Sam Worthington), más aún desde que su familia ha adoptado, como un miembro más, al hijo del coronel. Otra villana importante en esta historia es Varang, encarnada por Oona Chaplin, que tiene especial inquina a Neytiri, la esposa de Jake. Ambas podrían anunciar productos de dentífricos por las ocasiones que enseñan los dientes cada vez que se encuentran y se ven las caras, lo que produce cierto regocijo entre los espectadores.

Avatar: Fuego y ceniza ofrece todavía más momentos panteístas que la anterior, por la compenetración de la hija de los Sully con Eywa, una especie de deidad de la Naturaleza, que los Na'vi l veneran como su protectora, creyendo que ella es la que mantiene el equilibrio de la vida en Pandora. Como ocurría en las dos entregas anteriores, el ecologismo simplón queda reflejado en que los malvados son los humanos, que son crueles y solo quieren esquilar los recursos naturales de Pandora. Argumentalmente, toma algunos momentos cruciales del Antiguo Testamento, como el sacrificio de Abraham con Isaac o de otras sagas memorables, como El señor de los anillos, reflejada en la unión de todos los clanes buenos de los Na'vi para combatir las fuerzas del mal. En cuanto a la acción de la película, hay una gran cantidad de batallas y peleas que parecen más propias de un buen videojuego…

Cameron vuelve a demostrar que es un genio en la captura de movimiento y en la animación en 3D, algo que aclaró en la presentación de la película a los medios de comunicación, dejando claro que en sus películas hay un trabajo actoral y que sus personajes no son producto de la IA, dada la proliferación que esta nueva tecnología está teniendo en la vida diaria.

Para: los que vieron las dos anteriores y les gustaron. Sólo para ellos.