• El comunicado de los antisistema suscita un aluvión de críticas: no da en el clavo de nada.
  • Ninguna alusión al yihadismo islamista, sino al terrorismo fascista que provoca el capitalismo.
  • La CUP, en clave guerracivilista, se desmarca del resto de las condenas de partidos y políticos.
El comunicado de la CUP en el que rechaza el atentado yihadista en Barcelona, sin alusión al yihadismo, ha causado estupor y corre como una bala por las redes sociales. En Twitter, por ejemplo, acumula miles de comentarios y está en las primeras posiciones de las tendencias. Nada que ver con ninguna otra reacción política, salvo en la solidaridad con las víctimas. Los antisistema optan por destacar "el rechazo frontal a todas las formas de terrorismo fascista fruto de las lógicas internacionales del capitalismo", al tiempo que rechazan, "también frontalmente, todas las interpretaciones y actuaciones racistas y clasistas que estos hechos desencadenarán con el objetivo de profundizar los procesos de represión y militarización de la sociedad" (sic). La CUP (en la imagen, la dirigente Anna Gabriel) cuenta con tres concejales en el Ayuntamiento de Barcelona, pero, como saben, ha sido clave en la gobernabilidad de Cataluña, como peón necesario de Junts pel Sí en los momentos más críticos del procés o para los Presupuestos. La CUP se sitúa así, estratégicamente, en un discurso torticeramente desenfocado, en clave estrictamente local y esencialmente guerracivilista. Nada que ver con las reacciones de otros líderes, dentro y fuera de Cataluña, con mensajes coincidentes en la consternación por el atentado, el apoyo a las fuerzas y cuerpos de seguridad o el rechazo de la violencia y contra el miedo. Los antisistema optan, a su bola, por una interpretación rancia, sesgada e ideologizada de un atentado brutal, organizado por terroristas islámicos y con planteamientos excluyentes, extremos y perversos, contra los infieles cristianos y los valores occidentales. Rafael Esparza