Amedeo Lomonaco, con perdón, que así se llama el firmante de la crónica del escándalo en la página oficial del Vaticano, no parece muy impresionado por lo que ha hecho correr ríos de tinta en los medios informativos: según él, y creo que Lomonaco anda acertado, el Papa alude, sólo alude, a que existe un proyecto, sólo un proyecto, para introducir en el Catecismo el pecado ecológico. Ahí fue Troya: ¡Ecocidio, ecocidio: el Papa introduce el pecado ecológico en el catecismo.

Ahora bien, ¿es pecado mortal o venial? Luego te lees el discurso entero y resulta que quien haya tirado un cáscara de plátano en el contendedor amarillo aún tiene salvación y que Francisco sólo se refería a un verdadero y volitivo desastre ecológico. Eso siempre ha sido condenado por la Iglesia como atentado al bien común y contra las próximas generaciones de seres humanos, no contra la próxima generación de animales o plantas.

Como el orgulloso Lutero, los obispos teutones primero desprecian a Roma, luego buscan la excusa doctrinal para su rebelión

Además, ya saben que para cometer un pecado mortal se necesitan tres cosas: materia grave, lean advertencia y perfecto consentimiento. Vamos, que cometer un pecado mortal no es tan simple.

Cambio de tercio: dura unos minutos, pero, de verdad que deben ustedes ver y escuchar a Santiago Martín, si realmente quieren saber que es lo que está ocurriendo ahora mismo en la Iglesia.

Hablo con cristianos formados, que me aseguran que no me preocupe tanto del Sínodo de la Amazonia porque es más peligroso el alemán.

Insisto en que no. Santiago Martín, un sacerdote a quien siempre hay que escuchar y muy atentamente, también participa de esa idea: dejémonos de Pachamamas y atengámonos al peligro alemán que es quien puede hacer verdadero daño.Digo que discrepo por una razón: el Sínodo de la pachamama puede ser muy necio pero no dejaba de ser la entronización de un ídolo en el mismo Vaticano. Y sobre todo, el famoso rito indígena, puede llegar la abominación de la desolación, a la profanación sistemática de la eucaristía. Es decir, estamos en el terreno no sólo de la herejía sino en el de la idolatría y la satanización. Quien lo tiene cerca lo dice: la presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, quien no ha tenido reparo en recordarle al mundo, ignorante de ello, que algunos ritos indígenas tiene mucho de satánicos.

En resumen, el Sínodo del Amazonas fue herejía, el sínodo alemán ‘sólo’ es cisma, en busca de contenido herético. Me explico: al igual que el orgulloso Lutero, los obispos teutones del siglo XXI, primero desprecian a Roma, luego buscan la excusa doctrinal para su rebelión.

Santiago Martín asegura que Francisco debe cerrar el frente abierto con los curas conservadores porque si no, se le echarán encima los curas liberales.

Que Francisco cierre el frente abierto con los liberales, aconseja Santiago Martín. Mucho me temo que no servirá de nada, don Santiago

Sinceramente, no creo que eso baste, don Santiago. Primero porque los conservadores se han dejado llevar por su soberbia y sí, aunque este sea el Papado de la confusión -y no sólo por culpa de Francisco, también por los que han secuestrado su palabra- lo cierto es que los conservadores pueden estar a punto de cometer el error de los errores. Y para no entrar en quisicosas clericales, lo resumo así: más vale que Francisco se quede mucho tiempo porque el que le suceda puede ser peor. Martín no es un ‘liberal’, es decir, un heterodoxo. Pero lo cierto es que los ‘liberales’ han crecido tanto que me temo estén aprovechando los movimientos de los conservadores para echar a Francisco y colocar en la silla de Pedro a un Papa que creerán mejor pero puede ser peor.

En cualquier caso, la Iglesia no depende del Papa, depende de la santidad de sus miembros. Y eso es lo que temo: cuando vuelva el hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?

Pecado ecológico, de acuerdo. Pero, ¿mortal o venial?

En segundo lugar, a lo que se enfrenta la Iglesia del siglo XXI y por eso creo que estamos ante la mayor crisis de su historia, no es al ateísmo sino al anti-teísmo. Se enfrenta a la blasfemia contra el Espíritu Santo. Ya no estamos ni el relativismo del nada es verdad ni mentira, nada es bueno ni malo, nada es bello ni feo. Ahora estamos ante algo mucho peor: al bien le llamamos mal y al mal le llamamos bien, a Cristo le llamamos Satán mientras practicamos (por ahí va el rito del Amazonas) la abominación de la desolación y rendimos pleitesía a la bestia. Ya saben: la inversión de valores que nos habla de un final de ciclo -he dicho final de ciclo, no final del mundo-. En esas circunstancias prefiero que Francisco continúe de Papa. Porque el problema no es el Papa, el problema es la blasfemia contra el Espíritu Santo en la que toda la cristiandad está participando, por acción u omisión.

En cualquier caso: vean y escuchen a Santiago Martín: sabe mucho más que yo.