Consejo de Ministros del viernes 27 de septiembre. Salen a escena Isabel Celáa y Teresa Ribera. Pregunta estrella: el independentismo catalán. Parecía que el monotema se había olvidado pero el separatismo catalán ha vuelto a ocupar el proscenio. Malo. Eso es lo que desean todos los independentistas.

Curioso: Sánchez y Marlaska se enfadan con la Guardia Civil porque no les informaron del alcance de la operación contra los CDR catalanes. Y en la rueda de prensa del Consejo del Ministros del viernes la ministra portavoz, Isabel Celáa, que siempre dice la verdad, nada más que la verdad pero no toda la verdad, intentó minusvalorarlo.

Your browser doesn’t support HTML5 audio

El problema catalán no tiene solución, ergo, ha dejado de ser problema: acción/reacción

Aunque la verdad es que tiene lógica: para el PSOE, más separatistas en prisión, en plena campaña electoral, no es bueno. Recuerden que Sánchez ha vendido convivencia y presumido de que el ‘suflé’ ha perdido altura gracias a su sabia política del palo y la zanahoria. Y ahora va la Guardia Civil y detiene a siete aprendices de terroristas, no por ello menos pacifistas que cualquier otro miembro del procés.   

Veamos: los siete detenidos catalanes de los CDR, enviados a prisión por el juez, constituían ERT (no confundir con Explosivos Riotinto) un grupo que, para conseguir la República catalana, no dudaban en preparar explosivos y en aceptar la violencia como método… de lucha política. Por eso se les ha aplicado la legislación antiterrorista, dado que la definición de terrorismo es precisamente la de quien utiliza la violencia confines políticos. Acción/reacción y cuando menos hablemos de ello mejor.

Pero, como decía una de las manifestantes separatistas ante la Audiencia Nacional, “son personas normales”. Y es que la norma, lo normal, está cambiando mucho.

 Los fabricantes de explosivos están en la cárcel. Contra ERT ya se ha actuado: ahora hay que actuar contra los Mossos

Que este paisanaje sea defendido, y aplaudido, por el presidente de la Generalitat, significa lo de siempre: que el problema catalán no tiene solución. Simplemente hay que aprender a convivir con él y no hacerle demasiado caso.

Y también demuestra que el pacifismo catalán acaba llevando a la intimidación y a la violencia. Y demuestra, por último, que sólo hay algo que los separatistas no soportan: que se les ignore. Eso es justamente lo que hay que hacer. 

Por todo ello, me da que la obsesión política y mediática con el separatismo catalán no es bueno. Al lado de Celáa, quien ya se ha aprendido todas las recetas posibles sobre el monotema catalán, figuraba Teresa Ribera, la de la histeria climática, un trauma que a pesar de la explosión entre los adolescentes de Occidente, capitaneado por Greta la petarda, no encontró mucho coro, quizás porque las flatulencias bovino-argentinas nos han llevado a reflexionar.

Volver a convertir a Cataluña en el proscenio de España? ¡Qué error, qué inmenso error!