Dos asuntos han acaparado la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de este viernes: la interpretación alemana de la euroorden que ha permitido la salida de prisión de Carles Puigdemont, y el máster fantasma de Cristina Cifuentes.

Y antes de entrar en cada una de estas cuestiones, el principal argumento que esgrime el Ejecutivo para responder a lo que está pasando: hay que esperar. Sí, hay que ser prudentes y esperar, por un lado, a ver cómo termina el procedimiento y si Puigdemont será extraditado por rebelión. En definitiva, la decisión del tribunal alemán aún no es definitiva. Hay que esperar.

Por cierto, el Gobierno considera que la situación en Cataluña “a cambiado y mucho” respecto a la situación vivida en otoño de 2017. Donde antes había una “enorme crispación” y una “enorme tensión política”, ahora hay “declaraciones desde fuera”. Aunque, eso sí, ha admitido que hay “acontecimientos violentos”, pero  que el Gobierno tratará de evitarlos.

Y también hay que ser prudentes con el asunto del máster fantasma de Cifuentes. Según el portavoz, aquí también hay que ser pacientes. Por cierto, para Méndez de Vigo, el caso de la presidenta madrileña no es de ámbito político sino universitario. Hombre, don Íñigo, estamos de acuerdo de que es un asunto que compete a la universidad, pero también lo es que pasa a ser político desde el momento en el que afecta a la presidenta madrileña.

Puigdemont y Cifuentes, Cifuentes y Puigdemont. Lo que ha llamado la atención es que el portavoz del Gobierno no haya aprovechado la ocasión -ha tenido muchas- para lanzar un mensaje de apoyo a doña Cristina. Nada. Ni siquiera un llamamiento a la presunción de inocencia. Definitivamente, y como adelantó Hispanidad, Rajoy ha dejado caer a la presidenta de la Comunidad de Madrid.

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Cifuentes, por su parte, ha insistido este viernes en Sevilla que no piensa diimitir porque ni ha mentido ni ha cometido ninguna irregularidad.

Sea como fuere, su caída ha dejado achicado al Ejejutivo a un año de las elecciones municipales, autonómicas y europeas. El Ejecutivo está al borde del precipicio y en el PP ya hay pavor a posibles deserciones.

¿La solución? Esperar. Siempre nos quedará el buen humor.