Los últimos días han sido caóticos en la sede operativa del BBVA en Madrid. Se respiraba una tensión nunca vista antes y los directivos han evitado a toda costa tomar decisiones, por insignificantes que parecieran. ¿Qué estaba ocurriendo? Que el equipo directivo que ha trabajado con FG no tenía ninguna certeza de que fuera a seguir tras el ascenso de Carlos Torres y, sobre todo, con la llegada del recién nombrado CEO, el turco Onur Genç.

Lo primero que pidió el bueno de Genç cuando le comunicaron que dejaba EEUU para dirigir todo el grupo fue nombrar a su propio equipo. Lógico: él no conoce a los actuales directivos del grupo -ha vivido en Turquía y en EEUU- y, además, no sabe español. El nerviosismo se apoderó entonces de los viejos del lugar, el equipo de FG. Hablamos de Cristina de Parias, de Jorge Sáenz-Azcúnaga, de Jaime Sáenz de Tejada y de Juan Asúa. Los cuatro mosqueteros no tenían el futuro asegurado y nadie les confirmaba en su puesto. Cabreo, muchos nervios, y algún que otro conato de fuga.

La presión ha sido brutal y eso explica el inusual hecho relevante que ha remitido este jueves el BBVA a la CNMV, en el que se anuncia una nueva estructura directiva. Cambios, pocos, aunque alguno relevante. Por ejemplo, Juan Asúa, hombre clave en la etapa de FG, abandona el área de Corporate & Investment Banking -asume el cargo Luisa Gómez Bravo- y pasa a ser asesor del presidente, es decir, que no manda nada pero sigue cobrando.

José Manuel González-Páramo el que fuera aspirante primero a suceder a FG, al menos en su día, se queda como responsable de Global Economics & Public Affairs.

El inusual comunicado sirve para tranquilizar los ánimos y frenar posibles fugas, pero solo a corto plazo. Genç tomará las riendas el día 1 de enero y lo más probable es que se traiga gente de su confianza, con la que ha trabajado en la filial Compass, y que hablan inglés como él.