Almirall cambia radicalmente de rumbo en los resultados hasta septiembre: pasa de pérdidas de casi 100 millones a un beneficio de 93,2, con la mejora de ventas y Ebitda. Pasa así la página negra del saneamiento en 2017 de su filial americana de dermatología, que forzó a su vez el cambio de consejero delegado.

El valor, sin embargo, no está en las carteras exigentes ni goza del beneplácito de los analistas, marcado como está por la gestión de los hermanos Gallardo (en la imagen). Dicho de otro modo, ha agostado ya su ciclo alcista, impulsado por la compra del portfolio de dermatología médica en EEUU comprado a Allergan.

Los hermanos no han correspondido con los pequeños accionistas en los buenos momentos, al tiempo que los ha marginado en los últimos años vía ampliaciones de capital. Todos sin entrar en la fortuna familiar, teñida también por las regularizaciones aprovechando la amnistía fiscal.

La empresa catalana eleva las ventas un 5,3%, hasta 541,4 millones, con marcas claves en ello en Europa como Ciclopoli y Skilarence, al tiempo que el portfolio de Allergan contribuye en 2,8 millones. No es mucho, pero sobre esa operación -cerrada en septiembre- confirma la revisión al alza de sus previsiones para el año.

La cotización de Almirall se disparó entre agosto y octubre y ahora vive de las ‘rentas’

El Ebitda, mientras, crece un 49,4%, a 149,5 millones, en parte gracias a la reducción del 8,8% de los gastos generales y de administración (264,7). La deuda, mientras, crece en 300,2 millones, hasta 550,3, y equivale a 22,7% de los activos. El patrimonio también aumenta, en 69 millones, hasta 1.202,5, el 49,6% de los activos.

Sobre esos datos, los analistas del Sabadell, por ejemplo, no ven potencial al valor, que ha subido dese hace dos meses todo lo que podía subir, y recomiendan vender.