Gran noticia la del pasado fin de semana. Los ministros de Finanzas del G-7 han llegado a un preacuerdo para introducir, en todo Occidente, un impuesto de sociedades mínimo del 15%. Se trata de evitar que las grandes multinacionales se radiquen en un paraíso fiscal y paguen una cantidad mínimo en impuestos sobre el  beneficio que obtienen. Ojo, que algún libertario podría alegar que no deben pagar impuesto alguno pero, en cualquier caso, el espíritu de este acuerdo de Londres, consiste, no en pagar mucho o poco impuesto de sociedades, sino que en todas las empresas paguen lo mismo.

El acuerdo, en principio, consigue sendos elementos: el precitado, que ninguna empresa, en todo Occidente -ya veremos si Oriente hace caso- pague memos del 15% y que al menos pague el 10% de sus ganancias en el país en que vende sus productos.

Mucho me temo que no acabaremos con los paraísos fiscales, ni con los negros ni con los grises: el enemigo está dentro

Esto segundo es mucho más importante que lo primero y más difícil de aplicar.

En cualquier caso, de entrada, pues, el objetivo tiene que considerarse apropiado y podemos hablar -lo que hace todo quisqui- de “acuerdo histórico”. Ahora bien…

El primer, y más grave fallo del preacuerdo es que no distingue entre empresas pequeñas y grandes. ¿De verdad el panadero de la esquina tiene que pagar el mismo porcentaje de sus beneficios al fisco que Amazon? ¿En serio el 10% de 100 es lo mismo que el 10% de cien millones? Según nuestros prebostes, del G-7, sí.

Por otra parte, mucho me temo que, con este acuerdo, no acabaremos con los paraísos fiscales, ni con los negros ni con los grises. Con los negros (Gran Caimán, por ejemplo) porque los ricos acostumbran a esconder su patrimonio en ellos. Con los grises, por ejemplo, en la mismísima Unión Europea, que firmó el acuerdo, Países Bajos y Luxemburgo, porque les importan un bledo el resto de europeos y están dispuestos a hacerles, a las grandes multinacionales, cualquier tipo de concesión, de traje a medida, con tal de que se instalen en su territorio.

Mejor que homologar el Impuesto de Sociedades es convertirlo en un segundo IVA

Dentro del acuerdo de Londres, me gusta más el añadido de pagar al menos un 10% en el lugar en que produces y, aún mejor, en el país donde vendes, el que de verdad te hace ganar dinero.

Es decir, mejor que homologar el Impuesto de Sociedades la cosa consiste en convertirlo en un segundo IVA. No te voy a calcular tus ganancias sino tus ventas. Si sé lo que vendes también podré saber lo que ganas… y te cobraré por ellos, no sólo el IVA sino con un segundo IVA, en concepto de impuestos sobre el beneficio.

El inventor de la fórmula fue David Cameron, que como buen aristocrata inglés, era un residuo intelectual y moral pero que, eso sí, conocía el valor del dinero.

Por último, recuerden que los GAFA (Google, Amazon, Facebook, Apple… y otros), principal objetivo de este Acuerdo de Londres, se han convertido, además de monopolistas globales, en nuestros censores y en los violadores de nuestra intimidad familiar. Bien viene que les apretemos las tuercas.

Pero recuerden: la principal injusticia, en fiscalidad y en cualquier otro campo, fiscal consiste en igualar a los desiguales. Es decir, en homologar a grandes y pequeños. No son lo mismo.