Los procesos de reestructuración empresarial, los procesos de cambio siempre resultan complejos a priori, y no solo por la lógica resistencia o costumbre de los seres humanos a sentarnos en el mismo sitio, sino sobre todo por la inquietud que suscita el desconocimiento del futuro. Seguimos pensando que el mejor camino a recorrer es aquel ya conocido, donde el trayecto puede ser más seguro para llegar a un buen puerto. Pero no es menos cierto que hacer siempre lo mismo nos lleva siempre a la misma conclusión, al mismo destino, y ello es un error cuando lo único constante es el cambio. Y este análisis, esta reflexión, poco o nada tiene que ver con el nuevo ciclo político, en el que seguramente más de uno puede pensar que enfangaríamos nuestros comentarios, aunque podría aplicarse sin problema a los candidatos. Si proponemos lo mismo, llegaremos al mismo destino, y eso puede suponer un fracaso social y económico. La política espectáculo, aunque sea el fracaso en forma de debate electoral sin brillo, brío ni alegría, no debería funcionar si la forma de hacerlo es a toque de trino en Twitter.

Y es que, en el fondo, desde el ámbito empresarial esta situación no es tan complicada. Las compañías lo hacen habitualmente, reflejando en su cuenta de resultados las consecuencias de sus ajustes al cambio en forma de extraordinarios. Y analizando los últimos resultados, nos hemos dado cuenta de que nos hemos enamorado de este tipo de partidas no recurrentes. Son una demostración de que las empresas están vivas, de que no tienen miedo al cambio, y de que probablemente sean mejores que los actores políticos. En el caso que nos ocupa, Acciona, declara un beneficio de un 5% menor que en el mismo periodo del ejercicio anterior, consecuencia de la ausencia de extraordinarios en este curso.

El importe de 213 millones de euros, no obstante, si se pone en términos comparables -sin tener en cuenta la venta de plantas termosolares, de Transmediterránea y de Rodovía do Aço– su resultado neto reflejaría un aumento del 43,4%, toda una muestra de la fortuna del cambio, del acierto de cerrar la puerta a determinadas inversiones que se debían descontinuar. En un escenario de reducción leve de ingresos del 2,6% hasta los 5.287 millones, el ebitda, gracias al control de gastos, refleja un incremento del 5,6%, hasta los 933 millones de euros. Y dentro de las diferentes áreas de negocio, energía aporta un total de 567 millones al ebitda, un incremento del 6,7%, y la de infraestructuras un importe total de 326 millones, un 5,1% más y el 35% del total.

Entrecanales ha pasado por el aro después de dejar de invertir en renovables en nuestro país tras la reforma del exministro Soria

Desde el ámbito del balance, la deuda financiera neta refleja un valor total de 5.166 millones, cifra que se eleva a 5.375 millones si no tuviéramos en cuenta el efecto de la NIIF 16 sobre arrendamientos y el surgimiento de pasivos a coste amortizado de los otrora denominados arrendamientos operativos. Debe tomarse en consideración que, al cierre del curso pasado, el importe total era de 4.333 millones. Es decir, se ha producido un aumento de especial relevancia, aunque con una leve reducción de su coste. No obstante, estas cifras deben relativizarse con el incremento de la inversión realizada en un 12,3% hasta un importe igual a 731 millones. Entre estas inversiones contamos con la presencia del tren ligero de Sídney, que supuso un incremento de la proporción de infraestructuras en un 222,4%, con un descenso de Energía hasta los 346 millones, una reducción del 33%.

Así las cosas, la compañía que preside José Manuel Entrecanales ha anunciado este viernes, durante la presentación de los resultados a los analistas, que después de varios años centrando sus inversiones en el exterior, vuelve a apostar por España, donde actualmente solo tiene dos proyectos en marcha, de 75 MW en total. En otras palabras, Entrecanales ha pasado por el aro después de dejar de invertir en renovables en nuestro país tras la reforma del exministro Soria.

En definitiva, e introduciendo un poco más de pasión a nuestro análisis, deberían dejar de criticar a las empresas del Ibex 35 algunos partidos e ideologías por su comportamiento y aprender de una vez por todas que la gestión empresarial es un reto que se deja llevar por el cambio, que considera éste una parte importante de su actividad y una motivación permanente para mejorar, algo que desde el terreno político resulta complejo ver, al menos con propuestas nuevas o frescas. Si proponen lo mismo, si sólo hurgan en el pasado, no van a sacar más que la misma porquería de siempre y en ello los culpables somos nosotros por seguir votando igual. Libérense y dejen de votar lo mismo, apuesten por los extraordinarios.