Cerramos temporada de entrevistas con María Jesús Fernández, Economista Sénior en Funcas, y una de las personas que ha pasado por esta sección con más claridad de ideas, con un análisis contundente de la realidad económica y, sobre todo, sin pelos en la lengua y… eso es de agradecer.
Sobre la mesa, la guerra arancelaria y la “hermosa” ley fiscal de Trump; el conflicto entre Israel e Irán, “que nos recuerda que las placas tectónicas de la geopolítica mundial se están desplazando”; o la preocupación por la baja productividad en nuestro país “aunque existan etapas de fuerte crecimiento como los últimos años”.
Un crecimiento que, por cierto, “no ha evitado que nos vayamos quedando rezagados con respecto a los países de nuestro entorno”, afirma María Jesús Fernández.
De vivienda también hemos hablado con la experta de Funcas y de cómo las políticas aprobadas por el Gobierno, en este sentido, “parten del desconocimiento profundo de los mecanismos de funcionamiento de la economía…y de una concepción pueril conforme a la cual la realidad se cambia simplemente a golpe de decreto”.
Esto es solo el aperitivo de la interesante charla que hemos mantenido con ella, así que, sin más dilación, comenzamos.
-María Jesús, ¿se presenta a nuestros lectores, por favor?
Soy Economista Sénior en Funcas, llevo 25 años dedicada al análisis de la economía española, la coyuntura y la política económica, y soy profesora tutora de Economía Española en la UNED.
El PIB español crece más porque somos más. El PIB per capita crece lo mismo que en Europa: poco
-Acabamos cerrar un semestre movidito donde los haya. Cuándo comenzó el año, ¿se imaginaba un escenario como el actual, en general?
Sabíamos que Trump planeaba subir aranceles e iniciar algún tipo de guerra comercial, pero lo que anunció el “día de la liberación” superó cualquier expectativa. La Big Beautiful Bill, que tendrá un gran impacto a medio y largo plazo sobre el dólar y la economía mundial, tampoco era completamente esperada. Yo creo que confiábamos, a pesar de sus anuncios electorales, que una vez en la presidencia sus asesores le harían replantearse sus posiciones más disparatadas. Tampoco nos esperábamos el conflicto entre Israel e Irán, que sorprendentemente no tuvo ningún impacto en los mercados, pero nos recuerda que las placas tectónicas de la geopolítica mundial se están desplazando, y que en cualquier momento pueden producirse movimientos sísmicos. En el plano nacional, no hay novedades: se mantiene una sensación de inestabilidad política y de inseguridad jurídica que está haciendo daño a las expectativas y a la inversión, aunque las grandes cifras macroeconómicas lo camuflen –impulsadas por el inesperado boom turístico y el crecimiento del gasto y endeudamiento públicos–.
Europa. "La hiperregulación, el gigantismo del Estado, y unos objetivos de transición verde irreales, adoptados más desde la histeria que desde la reflexión, nos van a hacer más daño que las decisiones de Trump
-¿Qué es lo que más le ha llegado a preocupar, y le preocupa, por su impacto en la economía? ¿La guerra arancelaria, la situación geopolítica, la ‘hermosa’ ley fiscal de Trump, o que España no tenga presupuestos?
Más que la guerra arancelaria y la “hermosa” ley fiscal, me preocupa que Europa no sea consciente de que tiene que replantearse el camino que ha tomado. La hiperregulación, el gigantismo del Estado, y unos objetivos de transición verde irreales, adoptados más desde la histeria que desde la reflexión, nos van a hacer más daño, nos están haciendo más daño, que las decisiones de Trump. Es cierto que algo ya se empieza a mover y que se van a aligerar determinadas regulaciones especialmente dañinas, pero me parece insuficiente. Hay que cambiar de rumbo y reinventar la UE, que es una muy buena idea que se ha desvirtuado hasta convertirse en una gigantesca maquinaria burocrática e intervencionista. En cuanto a España, los presupuestos me preocupan bastante menos que decisiones como la “reforma” de las pensiones, la pretensión de reducir la jornada laboral, la sensación de inseguridad que generan las propuestas que se plantean a cada poco en el ámbito fiscal, laboral, alquileres, etc., y, sobre todo, el deterioro institucional.
-¿Por qué España crece más que la Eurozona?
El PIB de España ha crecido más que el de la Eurozona en el conjunto del periodo pospandemia, pero la población también lo ha hecho, de modo que el PIB per cápita, que es lo que realmente importa, porque es lo que determina la capacidad para mejorar el nivel de bienestar material de la población, ha crecido, en comparación con 2019, exactamente lo mismo que la Eurozona –es decir, poco–. Hay algún elemento positivo en el patrón de crecimiento de los últimos años, como es el intenso crecimiento de las exportaciones de servicios no turísticos, que son en su mayoría actividades de elevado valor añadido y nivel de cualificación. Otro motor sobre el que se ha sustentado el crecimiento ha sido el boom turístico, factor que tiene sus elementos positivos y negativos.
Los fondos Next Generation han sido, para mí, una gran decepción
Pero también se ha sustentado sobre factores claramente negativos, como es el gasto público –y, por tanto, el aumento del endeudamiento-, y además hay rasgos ciertamente preocupantes, como es la paralización de la inversión empresarial, que, aunque se ha recuperado algo a finales de 2024 y comienzos de 2025, sigue estando muy por debajo de los niveles prepandemia –en términos reales–. A corto plazo, la economía puede crecer mucho sobre la base del endeudamiento aunque no haya inversión empresarial, pero es un crecimiento poco sostenible a largo plazo. Otro factor que explica el diferencial de crecimiento con la Eurozona ha sido la llegada de inmigrantes, que ha incrementado el tamaño del mercado –es decir, el consumo– y la disponibilidad de mano de obra en un contexto de escasez de esta.
-¿Se va a mantener la tendencia en 2025?
Como digo, a corto plazo es un modelo sostenible, y el impulso derivado del turismo y del crecimiento de la población debido a la inmigración se mantendrán, aunque a un ritmo decreciente. Para 2026 se espera una ralentización aún mayor. En cualquier caso, hay mucha incertidumbre, no ya por las políticas de Trump, los acontecimientos geopolíticos o factores políticos internos, sino porque el mundo se adentra en territorio desconocido debido a cuestiones como el envejecimiento acelerado de la población, la jubilación del baby boom, lo que está sucediendo con el crecimiento disparado del absentismo laboral, el cambio de paradigma en el comercio internacional, la inteligencia artificial, el fuerte crecimiento del endeudamiento público a ambos lados del Atlántico o las inciertas consecuencias económicas de las políticas medioambientales fuertemente dirigistas e intervencionistas de la UE.
En el plano nacional, no hay novedades: se mantiene una sensación de inestabilidad política y de inseguridad jurídica que está perjudicando a las expectativas y a la inversión, aunque las grandes cifras macroeconómicas lo camuflen
El predecible y estable mundo anterior a la pandemia se ha acabado, y estamos en la transición hacia otro mundo que no sabemos cómo va a funcionar.
-La complicada situación del Gobierno, diría más, de desgobierno, ¿hasta qué punto puede afectar? Parece que la economía tiene su propia inercia ¿no?
La incertidumbre, la inseguridad jurídica y el deterioro institucional dañan la reputación y la confianza en la economía española, y la confianza se puede perder muy rápidamente, pero se tarda décadas en recuperar. A esto añadiría otro elemento que viene ya de muy largo, que es la ausencia de reformas que permitan superar las deficiencias estructurales de nuestra economía. Esta pérdida de confianza y ausencia de reformas no son factores que actúan por la vía de arrastrar a la economía a una recesión. Su impacto es más difícil de visualizar, ya que se materializa en forma de falta de inversión, falta de dinamismo empresarial, y se manifiesta en la reducción de la capacidad de crecimiento a largo plazo, que hace que nos vayamos quedando rezagados con respecto a los países de nuestro entorno. La productividad no avanza, aunque existan etapas de fuerte crecimiento como los últimos años. Y eso conduce a la perpetuación de salarios reducidos, al aumento de las desigualdades sociales y a la reducción del tamaño de la clase media.
-El principal talón de Aquiles de nuestra economía, actualmente, ¿es?
Si pensamos en el corto plazo, la principal preocupación es la reducida inversión empresarial.
Que no haya presupuestos me preocupa bastante menos que decisiones como la “reforma” de las pensiones o la pretensión de reducir la jornada laboral
Si pensamos en términos más estructurales y de largo plazo, nuestra reducida productividad en comparación con el resto de países desarrollados, y su muy escaso crecimiento en los últimos 25 años. Y las razones de esa incapacidad para mejorar nuestra productividad son diversas: deficiencias en el sistema educativo, la ausencia de un mercado interior integrado por la existencia de 17 sistemas regulatorios diferentes, la excesiva carga fiscal para una economía con nuestro nivel de productividad, la excesiva carga regulatoria, el derroche de capital en el pasado (y en el presente) en inversiones mal orientadas (por ejemplo, la mayoría de las líneas de tren de alta velocidad que hemos construido son muy cuestionables desde la racionalidad económica, y han consumido, y están consumiendo, una cantidad inmensa de recursos cuyo retorno es muy inferior al que se habría generado si les hubiéramos dado otro destino. Y podríamos poner más ejemplos).
-¿Qué papel han jugado los Next Generation? Acabamos de conocer que Bruselas ha desbloqueado 24.000 millones del quinto pago, pero que se han retenido 1.000 millones por incumplir varias reformas.
Los fondos Next Generation han sido, para mí, una gran decepción. Ni han servido de elemento tractor de la inversión empresarial, ni tampoco han servido, a través de la supuesta condicionalidad a la que estaban sujetos, para obligarnos a realizar las reformas estructurales que necesitamos. La UE ha aceptado como “reformas” políticas que han ido justo en la dirección contraria a la que deberían. Y viendo en nuestro día a día muchos de los usos a los que se han destinado esos fondos, tampoco me da la impresión de que hayan ejercido un papel transformador de nuestra estructura productiva.
Hay algún elemento positivo en el patrón de crecimiento de los últimos años, como es el intenso crecimiento de las exportaciones de servicios no turísticos
-Por cierto, Bruselas ha alertado del alto riesgo de corrupción en la contratación pública y la financiación de los partidos. Así, es difícil crear riqueza en un país, ¿no le parece?
La calidad institucional es fundamental para la prosperidad de un país. La corrupción conduce al clientelismo, a que no sean las mejores empresas las que prosperan, ni los mejores proyectos los que salen adelante, cierra las puertas a empresas mejores y más innovadoras, conduce a la mala gestión, al deterioro de los servicios públicos y, por supuesto, al derroche de recursos y a la pérdida de confianza y de reputación.
-Hablemos de vivienda. Un estudio de Funcas, concluye que la falta de inversión del ‘banco malo’ ha limitado la oferta.
Hasta que no entendamos que es matemáticamente imposible que donde hay 100.000 viviendas puedan establecerse 200.000 hogares, no avanzaremos en la dirección correcta.
-No sé si usted tiene claro qué ley de vivienda está en vigor…yo no, lo reconozco. Lo último es que el Gobierno quiere presionar con subidas de impuestos la salida al mercado de viviendas vacías, incluso modificando el IRPF. ¿Es este el camino?
Las políticas de limitar precios y regular en contra de los propietarios ya se han hecho antes, aquí y en muchos países del mundo, y han sido siempre un fracaso y han terminado perjudicando a quienes pretendían beneficiar.
La incertidumbre, la inseguridad jurídica y el deterioro institucional dañan la reputación y la confianza en la economía española
Estas políticas parten del desconocimiento profundo de los mecanismos de funcionamiento de la economía y de los mecanismos a través de los cuales la propiedad privada asigna los recursos de la forma más eficiente y beneficiosa para el conjunto la sociedad. Y parten de una concepción pueril conforme a la cual la realidad se cambia simplemente a golpe de decreto. La economía es un ecosistema muy complejo, en el que cada elemento cumple una función primordial, aunque no sepamos verla, y si cambias artificialmente cualquiera de esos elementos, vas a generar efectos en cadena imprevistos e indeseados.
-España sigue creando empleo. ¿De qué factores depende que se mantenga este ritmo?
El modelo de crecimiento reciente puede sostenerse algún tiempo, pero tiene sus límites, porque el turismo no puede crecer indefinidamente al ritmo que lo ha hecho, ni el Estado puede endeudarse indefinidamente, ni pueden llegar inmigrantes indefinidamente, ni la economía puede crecer indefinidamente sin inversión empresarial. Pueden surgir otros motores que reemplacen los anteriores, y puede ocurrir que resucite la inversión, y eso sería lo que lograría sostener el crecimiento y la creación de empleo a más largo plazo. Pero el gran desafío es que ese crecimiento se sustente más sobre la productividad.
-Leo un titular: “España, único país de la UE con el paro a doble dígito, y a la cabeza del paro juvenil”. ¿Esto tiene remedio?
Esta situación coexiste con la dificultad de muchas empresas para cubrir sus necesidades de mano de obra, lo que les obliga a recurrir a inmigrantes. La respuesta fácil es que es lógico que los trabajadores locales no quieran aceptar trabajos duros con salarios bajos. Pero si el porcentaje del salario pagado por el empresario que se va a impuestos y cotizaciones sociales no fuera el 40% (frente al 35% de media en la OCDE), y si las cargas fiscales en general no fueran desproporcionadas para nuestro nivel de productividad, los salarios netos serían mayores, los precios más bajos y las empresas serían más grandes por lo que pagarían mayores salarios brutos.
Hay que modificar elementos de las prestaciones por desempleo y del IMV, que generan incentivos perversos, y mejorar las políticas activas de empleo
También hay que modificar elementos de las prestaciones por desempleo y del IMV que generan incentivos perversos (sobre los desincentivos al trabajo del IMV la Airef acaba de publicar un estudio) y mejorar las políticas activas de empleo. Y finalmente, todavía queda mucho por avanzar en cuanto a educación y formación.
-¿Qué debemos esperar del próximo semestre, tras el parón del verano?, en España, y en la situación global, en general.
Hay tanta incertidumbre en todos los ámbitos que yo ya no sé qué esperar.
- Por último, ¿algo que se nos haya pasado por alto… por ejemplo, una buena película, un buen libro, un buen paseo, un buen plato de… o unas buenas vacaciones?
Llamar por teléfono a nuestros seres queridos más a menudo.