Mal día para el Ibex 35 -lunes 5-, que a pesar del buen comportamiento de los valores cae ligeramente por culpa del fuerte descenso de un valor que tiene un gran peso (casi el 12%) en el índice: el Santander, que viene cayendo en la sesión casi un 5%. Ya saben la noticia: el banco colaboró con el régimen iraní para eludir las sanciones impuestas a este último. La cosa no es baladí puesto que contraviene la legislación sobre blanqueo de capitales y financiación del terrorismo y por menos de eso las autoridades cerraron un banco que luego resultó inocente: el Banco de Madrid.

En un día como este publica sus resultados del ejercicio 2023 Abanca. Suerte que no cotiza en bolsa, porque este tipo de noticias suelen afectar a todo el sector y siempre influyen en la cotización del resto de los componentes del mismo.

Habríamos agradecido una presentación de los resultados más financiera y menos comercial. Deberemos esperar a la publicación de las cuentas anuales para poder hacernos una idea de qué ha pasado en Abanca en 2023, pues con esta presentación es difícil comparar la evolución de las cifras, máximé en un ejercicio en el que se produce la integración de un banco nuevo (Targobank) que aporta de manera no recurrente un beneficio de 165 millones de euros de los 711 millones de euros que informa Abanca para 2023. Estos 165 millones son el producto del fondo de comercio negativo (precio de adquisición inferior a valor en libros del banco adquirido). Ya saben que la banca se valora, salvo algún caso muy raro, por debajo de su valor en libros, y en las adquisiciones esa diferencia aflora en los resultados del comprador. Es decir, comprar es un negocio contable en sí mismo.

Presume el banco de mejorar fuertemente su ratio de eficiencia que ha pasado del 67,2% al 52,4% en un solo año. La mejora es sobresaliente, aunque todavía están muy lejos de los mejores de la clase

Poco podemos decir del balance del banco, puesto que no ofrece cifras de 2022. Deben pensar en la dirección financiera del mismo que las podemos consultar en los registros oficiales del año anterior, tal y como hemos hecho. Pero esa no es la práctica del mercado: se presentan siempre las dos cifras, la actual y la anterior, para que los analistas puedan comparar sin realizar arqueología contable.

El balance del grupo vuelve a decrecer por segundo año consecutivo: 1.200 millones este año y 4.450 millones de euros el pasado ejercicio respecto a 2021. Está claro que no tiene apetito inversor, porque no crecen ni su crédito ni su cartera de bonos. Lo que unido al fuerte crecimiento del patrimonio neto en el ejercicio 2023, 543 millones de euros, explica el fuerte crecimiento de su solvencia, que pasa de una ratio de capital total del 16,4% a una del 16,9%: un nada desdeñable crecimiento de 50 pbs.

Los márgenes crecen mucho. El de intereses un 45% y el bruto un 42%, lo que explica el fortísimo crecimiento del beneficio del grupo, puesto que tras este último vienen los costes de estructura que tienden a ser fijos. El beneficio recurrente (excluido el efecto de la adquisición de Targobank) sube un 151%. Presume el banco de mejorar fuertemente su ratio de eficiencia que ha pasado del 67,2% al 52,4% en un solo año. La mejora es sobresaliente, aunque todavía están muy lejos de los mejores de la clase.

La ratio de morosidad les ha crecido un 0,3% en el año hasta el 2,4% y se acerca a la media del sector, que ha permanecido estable en el 2,9%. Lo que sí es relevante es que presenta una tasa de cobertura de la misma (74%) francamente elevada.

La información sobre liquidez es muy escasa pero, al menos, nos cuenta que cumple con lo exigido y presenta ratios del 132% en el de financiación estable (NSFR) y del 214% en el de cobertura de liquidez.

Lo peor de Abanca es la calidad de la información que ofrece al mercado. Información cicatera para una entidad de sus características.