Alphabet, matriz de Google, disparó su beneficio un 32,7% durante los nueve primeros meses del año, hasta los 97.715 millones de dólares. Los ingresos -más del 60% provienen de la publicidad, incluida la que roba a los medios de comunicación- aumentaron un 13,9% y alcanzaron los 289.007 millones de dólares. El tercer trimestre fue el primero en el que los ingresos superaron los 100.000 millones: alcanzaron los 102.346 millones de dólares.
Son noticias muy preocupantes porque cuanto más fuerte y poderoso es Google más amenazada está la libertad de expresión, también en España. Más aún desde la aparición de la inteligencia artificial (IA), que resume las búsquedas de los lectores utilizando gratis las noticias de los medios y que provoca que los lectores ya no entren a leer la noticia completa en el medio correspondiente.
Es decir, Google es ahora, más que nunca, parásito, ladrón, censor y abusón, como hemos denunciado insistentemente en Hispanidad y seguiremos haciendo el tiempo que sea necesario.
La clave de los resultados presentados el miércoles es el “fuerte impulso” de la IA, como destacó Sundar Pichai en un comunicado. En otras palabras, si nadie frena a Google, la prensa libre tendrá los días contados. Y tras la prensa, no lo duden, irá el periodismo ciudadano que suponga una crítica al pensamiento único.
Por eso es tan importante la demanda de Penske Media Corporation (PMC), editor entre otros de The Wall Street Journal, contra Google, por el uso de la IA. Una demanda que se suma a las que debe hacer frente el buscador, tanto en EEUU como en Europa, por abuso de posición dominante en el mercado publicitario online.
Hay que parar a Google porque es una amenaza real para la libertad de expresión y, por tanto, para la democracia misma. También en España, donde los grandes medios sufren síndrome de Estocolmo.