Los resultados de la aragonesa Ibercaja a 30 de septiembre no son como para tirar cohetes.

Lo digo con pena. En Hispanidad, hemos repetido que la vuelta de las cajas de ahorros, esas entidades mutuales, invento español que finiquitó Luis de Guindos, podían resucitar en Zaragoza. Las cajas no sólo eran entidades mutuales sino que además, estaban pegadas al territorio. El capitalismo de mercado, las destruyó porque no pudieron acudir al mercado -no querían, como los grandes bancos. Y fue una gran pérdida. 

La cosa era fácil: Guindos exigió a las cajas de ahorros que quisieran seguir siéndolo -al menos, en espíritu- un abusivo fondo de reserva, a modo de recursos propios, así que todas se convirtieron en bancos cotizados, Ibercaja se resistió y sigue resistiendo: no cotizará en bolsa y sigue dotando su fondo de reserva. Pero las condiciones son leoninas y con el margen de intermediación, por mor de la bajada de tipos, caer un 8% (ocho primeros meses del año) no es posible compensar, al menos a día de hoy, el fondo de reserva exigido. Las comisiones crecen, sí, conforme al proceso de la 'islamización' de la banca española pero eso no basta para compensar el margen bruto, que ha salvado su crecimiento gracias a extraordinarios.

Sí, crece en todos los segmentos de negocio y eso es bueno, pero aún se necesita más actividad, más ingresos por comisiones, para salvar el margen bruto. El presidente Francisco Serrano y el CEO Víctor Iglesias tienen mucho trabajo por delante.