La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, se ha reunido este miércoles con la comisión de expertos que le asesora sobre la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) y les ha pedido que, en "cumplimiento estricto" de la referencia de la Carta Social Europea para que el SMI represente al menos el 60% del salario medio, establezcan qué cuantía debería alcanzar esta renta mínima en 2026 con exención en la tributación en el IRPF y sin ella.
Así Yoli intenta evitar el encontronazo con el Ministerio de Hacienda de Marisu, que es el que tiene la competencia en materia de fiscalidad, y que deberá decidir si el SMI de 2026 tributará o no, de forma que se aplicará una u otra cifra: "Lo que dejo en manos del Ministerio de Trabajo es la fijación del salario mínimo, en uno o en otro criterio y, soy clara, vamos a cumplir con el 60% del salario medio, como recomienda la Carta Social Europea, exento de tributación o tributando, y por tanto, no nos vamos a distraer en discusiones", ha señalado Díaz.
"Desde que llevo siendo ministra, desde el 13 de enero del año 20, que tomé posesión hasta hoy, nunca he invadido una competencia de otro ministerio. Aquí lo dejo".
Y no deja de tener cierta gracia todo esto: Yoli quiere subir el SMI y evitar el choque con otra ministra, Marisu, pero nadie habla del empresario que es el que va a pagar esta subida.
Pero claro, Yoli es única en su especie y ella proclama feliz que "el SMI es una historia de éxito" en España, pues desde que asumió el cargo de ministra ha pasado de 735 euros al mes a 1.184 euros, así, por arte de magia, ella lo pone sobre un papel y que se pague solo. Yo invito, tú pagas, que es muy bonito.