Más de la mitad de los activos financieros en el mundo, unos 200 millones de euros (238 millones de dólares) están en manos de la banca en la sombra, según el último informe del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés), publicado esta semana.

El dato es importante porque implica que, por primera vez, más de la mitad de los activos financieros escapan a la regulación y supervisión a la que sí está sometida la banca tradicional, con los riesgos que conlleva.

Pero no todos son iguales. A los neo-bancos, como N26, Trade Republic o el español MyInvestor no se les puede objetar nada, porque a todos los efectos son bancos aunque sin oficinas ni cajeros. Sufren, y nunca mejor dicho, la regulación y supervisión bancaria como los demás, sin ninguna excepción.

Luego están las financieras, a las que se les puede objetar que sólo se dedican al activo y, encima, en ocasiones al engaño con los intereses. Las financieras no tienen que cumplir con la estricta regulación bancaria porque no tienen depósitos y tampoco cumplen la misma labor social que la banca, por ejemplo, siendo el sistema de pagos del país.

Algo más que objetar a los fondos, que sólo se dedican a la mejor parte del negocio bancario: la gestión de patrimonios, mientras que los bancos tradicionales también destinan recursos a la cuenta corriente de Juan Español. Un riesgo añadido es que muchos de estos fondos son tan grandes que podrían desestabilizar todo el sistema financiero mundial en caso de crisis.

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Así llegamos al enemigo más peligroso de la banca tradicional: los Google, Amazon, Apple y compañía. ¿Se imaginan? Se podrían convertir en bancos globales muy difíciles de controlar y rastrear. Su mayor peligro, en cualquier caso, es la cantidad de información de la que disponen y que no tienen ni la banca tradiconal, ni los neobancos, ni las financieras y muchos menos los fondos.

Y puestos a hablar de riesgos, basta con mirar lo que ha hecho Amazon: no sólo se ha cargado al pequeño comercio, sino que también ha hecho tambalearse a los grandes como El Corte Inglés.

En definitiva, la banca tradicional se enfrenta a cuatro enemigos muy fuertes: los neobancos, los no-bancos o financieras, los fondos y, sobre todo, los Google y compañía. Por cierto, la única manera eficaz para frenar a estos últimos es el modelo chino: prohibir su entrada en el país.