En las plantillas de una gran compañía -menos en las pequeñas- existe una clase media, que no son ni los directivos -hay mucha hagiografía de la alta dirección- ni los trabajadores poco cualificados. Son los técnicos, aquellos que saben hacer el producto o el servicio. Sin duda, el activo más importante de una gran empresa.

Pues bien, aprovechando el ERE con el que la empresa controlada por La Mocloa va a poner en la calle a más de 6.000 empleados, con una apuesta de más de 1.000 despidos en el corporativo y entre los técnicos cualificados, se está produciendo, en paralelo, una caza de brujas: la caza del facha. 

La Telefónica nacionalizada ya no funciona como una empresa sino como un partido político. Y el presidente Marc Murtra deja hacer

Todo el que no sea 'progre de pro', es decir, el que no siga los dictados del Sanchismo, será aprovechado por el tsunami del mega-ERE para pasar a la prejubilación o al retiro forzoso. Lo importante es que se vaya aunque tampoco hay que ponérselo fácil: que se vaya si puede ser por poco dinero, mejor que mejor. 

Es una decisión que están ejecutando los dos hombres clave de Zapatero -no los únicos- en Telefónica: el CEO Emilio Gayo y el presuntamente defenestrado Javier de Paz, comisario político del entramado. 

Es 'la caza del fachas', una limpieza interminable porque, con sordina, lleva practicándose en la compañía desde hace décadas. Pero ahora con el mega-ERE, se está acelerando. De Paz opina que es hora de empezar la limpia más arriba.

¿Pero Javier de Paz no estaba defenestrado? Según y cómo. Es verdad que Javier de Paz fue cesado como consejero y es verdad que los cargos oficiales que se le dieron eran una cáscara de huevo sin yema. Ahora bien, su fución como comisario político a las órdenes de Zapatero continúa incólume. 

La razón de su salida del Consejo, además de porque cantan la Traviata los 18 años de consejero, es que los norteamericanos apuntaban, y siguen apuntando, a José Luis Rodríguez Zapatero, el representante en el mundo libre del tirano Nicolás Maduro a la vez que agente comercial de los chinos de Huawei, el peor enemigo de la teleco, no ya de Washington, sino de Bruselas. ZP no ha muerto, continúa entre bambalinas, esperando a ver hasta dónde llega el mazazo norteamericano que le tiene en la lista negra. Pero sigue siendo el jefe de Javier de Paz y de Emilio Gayo. De Paz lidera y Gayo actúa con su habitual estilo del 'más fuerte de la clase'.  

Por eso, Javier de Paz tenía que perder visibilidad, pero eso no supone que haya perdido poder. Ni de broma. De gestión no tiene ni idea, pero como comisario político es un genio. Por de pronto ha vuelto a soñar con utilizar el poder de Telefónica para obtener información confidencial de sus adversarios y su poder sobre el grupo Zapaterista de la operadora, donde, además de Emilio Gayo, cuenta con Pablo de Carvajal, Marta Machicot y otros directivos.

Por de pronto, aprovechar el ERE para limpiar Telefónica de ultras de 'clase media'. Y ya saben que en lenguaje sanchista y zapaterista, ultra es todo aquel que no es de los nuestros. 

La Telefónica nacionalizada ya no funciona como una empresa sino como un partido político. Y el presidente Marc Murtra deja hacer.