El Banco de España ha revisado a la baja -una vez más, sus proyecciones macro de la economía española para 2023, del 2,8% (proyección de junio) al 1,4%. Es una caída notable, de -1,5% que no se compensa con la previsión al alza para este 2022: este año el PIB será del 4,5%, frente a un 4,1% previsto en junio.

Estas previsiones, parecidas a las de la AIReF, que prevé un PIB del 1,5%, chocan con las del Gobierno, presentadas el martes por la vicepresidenta primera de Economía, Nadia Calviño, que fijan el PIB de 2022 en el 4,4% y el de 2023 en el 2,1%. Miren lo que dijo doña Nadia:

“Todos los indicadores muestran que la economía española se mantiene hasta el momento en una senda de crecimiento fuerte y sostenido, incluso mayor de los previsto anteriormente”, y se quedó tan ancha.

Lo cierto es que la economía crecerá menos de lo previsto y la inflación seguirá elevada y será más persistente, de tal manera que cerraremos 2022 con un IPC del 8,7% (7,2% en junio), que se moderará hasta el 5,6% en 2023 (frente al 2,5% de junio), y hasta el 1,9% en 2024.

El panorama no es muy alentador que digamos y según el BdE tardaremos todavía más en recuperar los niveles de crecimiento pre-pandemia. No será hasta principios de 2024, aunque no se extrañen si se vuelve a retrasar la fecha. De momento, y tras un buen tercer trimestre por el turismo, la economía se frenará en el cuarto trimestre y primero de 2023, y no será hasta la próxima primavera cuando recupere vigor.

La evolución del déficit público tampoco invita al optimismo. Solo se reducirá por el aumento de los ingresos -la recaudación por IVA e IRPF se ha disparado más de un 20% en términos interanuales- y no por la reducción del gasto, de tal manera que el BdE no aprecia una rebaja significativa del déficit y sí un aumento del gasto.

El empleo es lo que menos variará durante estos años. Así, la media anual de la tasa de paro en 2022 será del 12,8% (frente al 13% de junio), del 12,9% en 2023 (frente al 12,7% de junio) y del 12,4% en 2024 (frente al 12,1% de junio)

Así, el déficit en 2022 será del 113,3% (frente al 114,9% de junio), del 110,7% en 2023 (frente al 113,2% de junio) y del 109,9% en 2024 (frente al 112,5% de junio). Insistimos: la clave estará en el aumento de los impuestos y no en la reducción del gasto público. Y eso que las previsiones presentadas este miércoles fueron elaboradas antes de la presentación de los PGE, que implican el mayor gasto social de la historia, incluida una subida de las pensiones de casi el 9%. Pablo Hernández de Cos hablará de los PGE, en el Congreso, en las próximas semanas.

La deuda pública preocupa, y más en un contexto de subida de tipos. Porque si actualmente necesitamos el 2,2% del PIB para pagar solo los intereses de esa deuda, en 2024 será el 2,6% del PIB. Y eso solo para pagar los intereses, sin tener en cuenta el principal que, tenemos la ligera sospecha, también hay que devolverlo. Por cierto, cada punto del PIB equivale a 1.300 millones de euros, según el BdE.

El empleo es lo que menos variará durante estos años. Así, la media anual de la tasa de paro en 2022 será del 12,8% (frente al 13% de junio), del 12,9% en 2023 (frente al 12,7% de junio) y del 12,4% en 2024 (frente al 12,1% de junio). ¿Esto es bueno? Pues la verdad es que no, porque, aun sin conocer las previsiones del resto de países, esto significa que seguiremos en la parte más alta del desempleo en la Eurozona y la OCDE.