Primero fue decisión del rector de la Universidad complutense, José Carrillo, cerrar todas las capillas universitarias. Desde entonces miles de cosmopolitas se coordinaron para exigir al rector Carrillo que renuncie a esta medida fanática.

Lo último y más sangrante fue lo de Rita Maestre (en la imagen) al grito de "Arderéis como en el 36" del que ha salido ilesa del juicio al que fue sometida, tras haber sido denunciada por tal provocación en una capilla universitaria con el busto descubierto.

Los oratorios han estado abiertos en la Universidad Complutense, prácticamente desde su creación. Están legalizados por convenios de la Universidad Complutense con el Arzobispado de Madrid y que, por lo tanto, se deben cumplir. Su presencia es un símbolo de libertad y de tolerancia. No insultan a nadie. A nadie se le exige entrar. Nunca han inducido conflictos con la corporación universitaria.

Desde hace muy poco, una minoría laicista y sectaria, que controla la Universidad Complutense, ha iniciado con agresividad, una campaña de embestidas a la libertad religiosa y que el rector favorece.

La profanación del oratorio en el campus de Somosaguas, en marzo de 2011, no fue un hecho aislado. Formaba parte de una campaña, perfectamente orquestada, para abolir el derecho fundamental a la libertad religiosa y de culto, la independencia para creer en Dios y exteriorizarlo en la calle.

Se está al cabo de la calle de que el programa de intolerancia arranca desde el rectorado de la Universidad Complutense. José Carrillo, resolvió finalizar el acuerdo sustentado durante 20 años con el Arzobispado de Madrid con el objetivo de suprimir las capillas públicas en nueve de las facultades de dicho entorno universitario.

El móvil para eliminar la presencia religiosa de los recintos universitarios no obedece a problemas económicos, ante la crisis que está sufriendo la sociedad, puesto que no es la Universidad la que soporta las aportaciones dinerarias necesarias para el sostenimiento de los oratorios universitarios, sino la propia Iglesia Católica. Los motivos son políticos e ideológicos, lo que respalda una heredada malquerencia, de Carrillo hijo, hacia el culto católico, las capillas y las Iglesias como tuvo su progenitor en el pasado.

El rector no puede tomar la medida de hacer desaparecer el lugar de oración de las aulas universitarias. El pacto rubricado en el año 1992 entre el que fuera Arzobispo de Madrid, Ángel Suquía y el ex rector de la Universidad Complutense, Gustavo Villapalos, se lo imposibilitan. Este convenio deberá ser cambiado, y para ello Carrillo Jr., ha formado una comisión que negociará con la Iglesia Católica.

Cada delegación negociadora está compuesta por un triunvirato y que ya han llevado a cabo las primeras reuniones. El proceso se barrunta largo y retardado en el tiempo. César Franco, Arzobispo auxiliar de la diócesis de Madrid, pilotará la comisión del arzobispado, mientras que será Luis Enrique Otero Carvajal, decano de Geografía e Historia y enfatizado activista militante de izquierdas, muy opuesto a la presencia religiosa en el campus, será quien represente a la Universidad Complutense.

Clemente Ferrer clementeferrer3@gmail.com