Fuerza e intensidad no le faltan a este thriller nórdico de tremenda actualidad, tanto es así que el arranque de la trama recuerda el caso de George Floyd: unos policías ejercen con abuso su autoridad frente a un chico musulmán para retenerle y éste es ingresado y, finalmente, muere. Por una serie de circunstancias ocasionales, dos agentes de policía en servicio se encuentran patrullando por el peligroso gueto de Svalegarden cuando se produce el óbito y se convertirán en el objetivo a batir de algunos de sus violentos habitantes, mientras un adolescente, retenido por ellos, se ve obligado a su pesar a ayudarlos para buscar un escondite.

Rodada de forma emocionante, donde cada calle que atraviesan los protagonistas puede resultar  una trampa, una de las bazas destacables de la película es que nos sumerge en un argumento de persecución al borde la muerte, donde las balas y la piedras silban constantemente y donde la tensión se mastica, algo que nos recuerda títulos míticos como Black Hawk derribado (Ridley Scott,2001) pero lo que la separa de otros filmes de este tipo es su contenido sociológico que merece una reflexión. El barrio marginal y violento donde los policías no pueden entrar en circunstancias normales sino jugándose la vida se encuentra en un país de Europa que ve como, poco a poco, al lado de los inmigrantes que vinieron a trabajar y buscar una vida mejor (como los españoles hicieron en el pasado) se encuentran otros que no respetan las costumbres del país de acogida y que solo aspiran a extorsionar y destruir. Es pertinente que en la película se diferencie a ambos para no meter en el mismo saco a gente de bien con auténticos delincuentes.

Si la acción de la película funciona como un buen mecanismo de relojería, quizás en lo que falla en Shorta. El peso de la ley es en la simpleza maniquea de poli bueno, poli malo, mientras es repetitiva en la denuncia de la corrupción policial, que tantas veces hemos visto en el cine. No obstante, resulta acertado que incida en que el peso de la conciencia marca para siempre a los hombres que todavía no se han convertido en bestias.

Para: los que hayan reflexionado sobre los peligrosos guetos que se están creando en las principales capitales europeas.