Libros recomendados: 'La muerte y el más allá', 'Eugenesia y eutanasia' y 'Oráculos de la ciencia. Científicos famosos contra Dios y la religión'
Volvemos a las andadas. A medida que las políticas progresistas dicen que avanzan, me doy más cuenta de que lo hacen con pasos hacia atrás, de espaldas, sin mirar hacia dónde van y a dónde nos llevan. Sí, hablo del empeño que tienen en solucionar los problemas quitándolos de en medio, en vez de afrontarlos con valentía y optimismo.
Jugamos con la vida, a reinventarla, y surgen nuevas ideologías que nos dan la potestad de ser una especie de dios que decide sobre nosotros mismos, y los más poderosos sobre los demás. Por ejemplo: cambios de sexo para ser ese yo que quiero ser; opciones sexuales para vivir mis sentimientos; derechos a ser padre/madre aunque mis relaciones sexuales sean incompatibles para dar vida; vientres de alquiler para homosexuales o parejas sin la capacidad de procrear por sí mismos, niños fecundados en tubos de ensayo y gestados en vientres ancianos. Sexo sin consecuencias, que nos lo soluciona una píldora y/o el aborto. Y ahora, una muerte que decido yo, porque mi dignidad lo vale.
Jugamos con la vida, a reinventarla, y surgen nuevas ideologías que nos dan la potestad de ser una especie de dios que decide sobre nosotros mismos
Sin duda, somos una sociedad disconforme con el mundo que nos rodea, porque lo somos con nosotros mismos. Y si quieren me tachan de pelmazo, pero es que cada vez que tocamos un tema antropomórfico, terminamos en lo mismo, en el principio, que es Dios. Nosotros sin Dios. Cuanto más distantes de Él, más solos estamos y, ya se sabe, nosotros con nosotros no somos buena compañía, porque tendemos a engañarnos con la autocompasión y/o la vanidad. Necesitamos un referente que nos de más que nosotros mismos. Y cuando Dios desaparece, que es nuestro Alfa, perderemos la referencia de dónde venimos y así nuestro caminito se convierte en un plano inclinado hacia la nada, es decir, hacia estar sin Dios, que es nuestro final, nuestra Omega, con el que cerramos el círculo de nuestra vida.
Esa parte del camino hacia la nada incluye decidir quién merece vivir y quién no. La supuesta urgencia de una ley sobre eutanasia que los políticos se precipitan a prometer en campaña es otra apuesta -que no nueva- por la muerte, que, por supuesto, se riega con casos sentimentaloides y eufemismos dulces que terminan calando en la masa social, acrítica, engañada, llena de personas que no quieren que les llamen fachas, casposos, y dispuesta a ser modernos aunque en eso les vaya la vida. Pues, para consuelo de los que no nos importa que nos lo llamen, dejo esta frase magistral del gran Chesterton que, como siempre, pone el dedo en la tecla correcta: "A cada época la salva un puñado de personas que tienen el coraje de ser inactuales". Bueno, ¡qué orgullo que Chesterton pensara en tantos como yo, de ser tan inactual!
Chesterton: "A cada época la salva un puñado de personas que tienen el coraje de ser inactuales"
Lo cierto es que nadie se dejaría engañar por una ley que te dijera que, "como ya no tiene solución tu enfermedad, o eres un viejo inútil, lo mejor es que te mueras y no gastes más recursos del Estado". Naturalmente, así, en bruto, nadie lo creería. Hay que hablar de libertad, dignidad y... ¡de derecho, claro, cómo no! Curiosamente, es la misma argumentación que se usa para el aborto. El alfa y el omega -con minúsculas- como lo contrario a Dios: la muerte. Surgirá en algún momento del tiempo, en algún lugar del espacio, una persona que convenza de que el aborto se puede resolver dando el mismo apoyo económico, mediático y social que se da a las que en su libertad deciden abortar. Y que las personas con disforia de género, que eso no es otra cosa que el sexo deformado, que engaña y no hace feliz. Y verán que nadie quiere morir indignamente, sino seguir viviendo con dignidad en cuanto se ponga el mismo interés en los cuidados paliativos que en vender una muerte de lentejuelas.
Con este empeño en la muerte como solución a todo, volvemos a dar pasos hacia atrás, aunque lo llamen progresista.
Y verán que nadie quiere morir indignamente, sino seguir viviendo con dignidad en cuanto se ponga el mismo interés en los cuidados paliativos que en vender una muerte de lentejuelas
La muerte y el más allá (Edibesa) Daniel-Ange. Quiero comenzar por este libro, que da un giro importante al concepto de la muerte, aunque como es lógico no la niega, la reconoce como algo inseparable de la vida, pero la niega cuando de lo que se trata es de ofertarla al enfermo como una opción. Precisamente, es una obra sencilla que ayuda al enfermo y a los que le rodean (familiares, religiosos y personal sanitario que le atiende) a cómo afrontar ese trance, cómo prepararse personal y espiritualmente de cara a ese final de la vida (aquí, en la tierra).
Eugenesia y eutanasia (Sekotia) Guillermo Buhigas. Una obra densa y enciclopédica que muestra los procesos eugenésicos a lo largo de la historia, sus razones y resultados, hasta la llegada de la aséptica eutanasia. Las leyes se promovieron primero en Estados Unidos y se extendieron luego con el nazismo. El socialismo y el comunismo también fueron pioneros, tanto para su cobertura teórica como en su práctica. En todo caso y sobre todo desde el siglo XIX tomada con razones -y esto sí que es casposo-, teorías malthusianas, totalmente defenestradas hoy día.
Oráculos de la ciencia. Científicos famosos contra Dios y la religión (Encuentro) Mariano Artigas y Karl Gibersons. Los autores han hecho un tratado sesudo, completo y bien iluminado desde el punto de vista intelectual y para intelectuales. Un debate serio donde dejan con claridad expuesto lo que es es ciencia o no, opinión y subjetivismo. ¿Que por qué este libro...? Porque la ciencia forma parte de nuestra compresión contemporánea del mundo y de nuestra esperanza en el futuro. Incluso, a algunos les ha desplazado de la práctica religiosa. Por otro lado, los creyentes deben afrontar los desafíos planteados por la ciencia. Muchos no tienen un conocimiento científico directo, sino que basan su opinión o sus cambios de ideas en la impresión que en general se tiene de que la ciencia está más bien basada en el trabajo de los gurús que aplauden el sistema impuesto.
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