El mejor impuesto es el que no existe. Todo gravamen fiscal no es más que una usurpación por parte del poder, no sólo de la propiedad privada del ciudadano sino también de su libertad individual. Ahora bien, los impuestos son necesarios, por lo que debemos concluir que se trata de un mal menor.

Esa es la conclusión que se convierte en premisa para analizar cualquier iniciativa fiscal. Es el punto del que hay que partir para, por ejemplo, analizar la actualidad española que, en materia de política económica no tiene otro campo de debate actual que un Gobierno empeñado en subir dos puntos el IVA y una oposición empeñada en parar el proyecto del Gobierno.

Planteada la premisa primera, el no a los impuestos, la verdad es que el IVA puede resultar el menos dañino. No creo, como asegura el PP, que la subida del gravamen directo vaya a suponer merma en el consumo. Tras 30 meses de crisis, el español medio consume lo necesario para vivir, independientemente del gravamen. Además, estamos viviendo en un momento casi de deflación. En resumen, es malo es subir cualquier impuesto, pero si hay que subir alguno, el Gobierno Zapatero ha optado por el menos malo.

Eso sí, llama la atención que no se aproveche esta subida par bajar las cuotas sociales: cambiar IVA por cuotas no sólo supone reducir los impuestos laborales para crear más empleo sino fomentar nuestra decaída en la balanza de pagos. Una oportunidad histórica perdida.

Y tampoco se aprovecha para establecer una tarifa más larga, más justa, de IVA: hay pocos tramos, y cuantos menos tramos presente, más injusto es un impuesto, porque iguala a los desiguales.

Más problemas: ¿Cree el Gobierno que se va a recaudar más? Ni de broma: se recaudará más en los artículos de primera necesidad, pero con ello se estará fastidiando a los menos pudientes.

Y lo peor de todo: podíamos haber salido de la crisis con una política de izquierdas: inversión pública y mantenimiento, incluso ligeras subidas de impuestos y grandes subidas de deudas públicas, o haber salido con una política económica de derechas: menos impuestos y fomento del consumo. El problema de ZP es que no es ni de izquierdas ni de derechas, sino una constante compra de votos con dinero público con el único objetivo de mantenerse en el poder. Y, en el entretanto, se ha quedado sin margen de maniobra.

Eulogio López

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