No sólo en la sociedad, sino en el PSOE, comienza a ser un clamor que el presidente debe dimitir. Zapatero se aferra a sus ministras feministas y a ETA para mantenerse en el poder. No es previsible que le dimitan ministros o diputados socialistas, pero Javier Solana sigue esperando la llamada. Tras las elecciones catalanas comenzará el baile, aseguran los felipistas

En los Estados Unidos llaman pato cojo (PC) a los presidentes que se preparan para abandonar la Casa Blanca: nadie les hace caso. En España, el consenso popular sobre el desastre histórico que supone Zapatero le ha llevado a convertirse en un PC, un pato cojo, un PC que, eso sí, se aferra al sillón dispuesto a aguantar como sea hasta las Elecciones Generales de 2012. Pero existe una diferencia sustancial entre ambos casos. La democracia estadounidense es más sólida que la española por una razón: allí existe limitación legal mandatos para el jefe de Gobierno, ningún inquilino de la Casa Blanca puede permanecer en el cargo más de 8 años. Por lo demás, el desastre ZP es muy superior y más dañino para España que el desastre Obama para Estados Unidos, claro que la razón de ello puede ser que nuestro desastre llegó al poder en 2004 y el suyo en 2009. Y un lustro ofrece tiempo de sobra para cometer todo tipo de tropelías.

Aún así, todo el círculo próximo al presidente le ha abandonado y a ZP le abandonarían con gusto si no les fuera en ello el cargo y el sueldo. Como ya hemos contado en Hispanidad, el PSOE vive inmerso en una verdadera guerra civil, una rebelión interna contra el desastre ZP, pero todos callan porque no están seguros de cuánto tiempo va a permanecer en el poder y podrían perder su cargo.

ZP es hoy un personaje erosionado, no sólo en el conjunto de España, sino también entre los militantes socialistas. Los muñidores de la operación Solana consideran que el 29 de noviembre, un día después de las elecciones catalanas, con un PSC más o menos descalabrado, comenzará la noche de los cuchillos largos, imagen muy adecuada, dado que los asesinatos políticos de julio de 1934 fueron, sobre todo, una guerra civil interna en el seno del nacional-socialismo alemán.

Tras los episodios de José María Barreda pidiendo a ZP que se vaya (con rectificación incluida) y Miguel Sebastián, marginado y humillado por su ex amigo, el Maquiavelo de León, más las primarias de Tomás Gómez, ZP apenas logra acallar las críticas internas.

Su amigo Pepiño Blanco busca sucederle. Lo mismo que el felipista Rubalcaba, aunque ambos son demasiado astutos como para salir en la foto. Carme Chacón, apoyada por Mediapro-La Sexta, espera su momento como líder del socialismo catalán, tan necesario para vencer en las Generales.

Y queda Patxi Lopez. El problema de Zeta es que ha pisado tantos callos que ya no le quedan amigos. Su estrategia ahora consiste en apoyarse en sus ministras feministas tan aferradas al cargo como él-. Es decir, en De la Vega, Salgado, Aído y otras tragamachos del aparato, como Elena Valenciano o Leire Pajín. La señorita Trini no, porque ahora está convencida de que su antiguo amigo le ha jugado la misma mala pasada que a Sebastián, cuando le mandó a pelar con Gallardón.

La bicha-presidente como se la conoce en el Congreso, se ha erigido como capitana del Zapaterismo, mismamente seis meses después de que, tras su ingreso en un hospital madrileño, estuviera convencida de que ZP la iba a dejar tirada. 

A ZP le queda otro instrumento para darle la vuelta a las encuestas: pasar a la historia como el pacificador de Euskadi, un final pactado con ETA y su entorno batasuno. Un proceso unido al de su coalición con el PNV, el social-nacionalismo, pacto de sangre con un partido que está dispuesto a todo con tal de recobrar el poder en el gobierno de Vitoria.

Sólo hay un problema: esa alianza ha puesto de los nervios a Patxi López, cada vez más dueño del partido en Euskadi. Y es que, no nos engañemos, Patxi ha sido muy humillado por ZP  y sabe que al PNV sólo le interesa recuperar el cargo que López les usurpó tras el pacto con el PP. Sospecha que Zapatero ya les ha ofrecido ese cargo pero él no está dispuesta a cederlo.

Mientras tanto, los felipistas siguen esperando su oportunidad, Javier Solana asegura que sólo se presentará como alternativa a ZP si cuenta con el apoyo de Felipe González y de los descontentos. Eso sí, desearía que el levantamiento tuviera lugar tras las catalanas, no tras las municipales y autonómicas de mayo, porque entonces quedaría poco tiempo, apenas diez meses, para las generales.

Los felipistas piensan que se podría llegar a un acuerdo con ZP: apoyo total en lo que queda de legislatura a cambio de que, o bien ZP acepte las primarias, o bien renuncie a la candidatura en 2012.

Conociendo la psicología del personaje, lo esperable, y temible, es que ZP no acepte ninguna de las dos opciones y se mantenga en el cargo a toda costa, con la economía española pudriéndose día a día.

En ese caso, sólo queda una opción: la de que haya más Barredas, una rebelión general que le deje sin grupo parlamentario para poder seguir gobernando. Después de mí, el diluvio. Por de pronto, Barreda ya ha sido obligado a rectificar. Pero, en cualquier caso, ZP ya gobierna como todo un pato cojo, además de pato mareado y aferrado a la silla.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com