Ya he explicado en otras ocasiones que cazurro en el amable (vale, a veces no tan amable) apelativo con el que los asturianos calificamos a los oriundos de León, y que se supone simbiosis entre cabezota y baturro. Hablo de la central nuclear de Garoña.

Veamos: la empresa lleva invirtiendo en mejoras de seguridad bajo la atenta vigilancia del Consejo General de la Energía. Si a pesar de que ha aprobado el examen ZP ordena su cierra porque así lo decía su programa electoral, ¿para qué realizar tan costosísimo examen y unas mejoras que ahora tendremos que pagar entre todos?

Pero el problema más grave de nuestro cazurro monclovita es su demagogia: sabe ZP que Garoña no es cerrable, pero que no lo son el resto de centrales atómicas o habrá que apagar la luz. Sólo que Cofrentes, Trillo, Almaraz, Ascó, Valdellós, etc., vencen en 2020-2023 y si para entonces está en el poder -que lo pretende- sus preocupaciones serán otras.

Pero lo más grave de todo no es eso. Lo más grave de todo es lo que recordaba en la mañana del miércoles el presidente de FCC, Baldomero Falcones: Necesitamos energía barata. En efecto, la energía nuclear es la energía de los pobres y del empleo, pues permite a la industria no despedir trabajadores por falta de competitividad. Por contra, las llamadas energías renovables son verdes, pero nos cuestan un ojo de la cara. Y por cierto, la nuclear,  a efectos de emisiones tóxicas es tan verde como la eólica, la solar o la biomasa.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com