Se le acusa de delito de lesa patria, administración arbitraria, violación de los Derechos Humanos y un largo etcétera Incremento de patrimonio, violación de los Derechos Humanos, censura a la prensa, administración desleal, utilización fraudulenta del dinero de los hondureños, violación de la Constitución y delito de lesa patria. Son algunas de las acusaciones que pesan sobre el ex presidente hondureño, Manuel Zelaya. El actual presidente, Roberto Micheletti lo tenía claro: Si Zelaya regresa tendrá que hacer frente ante la Justicia. Aquí no hay nadie impune ante la Ley. Sobre todo después de que en el 2005 se reformara la ley para que los presidentes no estuvieran sujetos a ninguna protección especialísima.
Así que Micheletti pide a las autoridades brasileñas que pongan al depuesto Zelaya a disposición de la Justicia. Garantiza que se le respetarán todos los derechos. Pero también que se aplicará todo el peso de la ley. Como corresponde. Por su parte, Zelaya sigue manteniendo la misma retórica castrista: patria, restitución o muerte. O sea que no se ha movido ni un milímetro en su intento de convertir Honduras en una nueva Venezuela sometida a la revolución bolivariana.
Por su parte, en el Wall Street Journal ya se empieza a discutir la obsesión de Hillary Clinton con Honduras. Y es que mucha opinión pública americana no termina de entender por qué la administración Obama mantiene una posición tan firme con un país que lo único que hay hecho ha sido respetar la democracia y el estado de Derecho.