¿Cuál es el miedo?, se pregunta el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, tras conseguir una prórroga en su mandato. Pues muy sencillo compañero Daniel: te tememos a ti, que tienes alma de tirano.

Habrá que insistir: el mayor enemigo de la democracia en el siglo XXI es la perpetuación en el poder de los gobernantes, especialmente la ausencia de muchas democracias -por ejemplo, la española- de límites de mandato. Si el poder absoluto corrompe absolutamente, la no existencia de límites temporales corrompe permanentemente. Pero eso ha ocurrido siempre. Ahora, la novedad consiste en que se llega a la tiranía desde la democracia, a costa de suprimir los límites, generalmente constitucionales, a la reelección indefinida.  

Eso es lo que está en juego en Honduras, donde todo el lío empezó cuando Mel Zelaya quiso cambiar la ley para añadir otro mandato. Luego fue Uribe quien, por muy loable que sea su política antiterrorista, no es imprescindible -en contra de lo que él cree- y va hacia un tercer mandato. Ahora Ortega, jugando a recrear la vieja tiranía sandinista. Antes lo hizo Hugo Chávez seguido, con más inteligencia, por el ecuatoriano Rafael Correa.

Es lo que se llama blindaje legal ante el poder.

Y mucho ojo con la tentación de Obama, si consigue un segundo mandato: la de hacerse con un tercero. Ahora mismo parece extraño pensar en algo así en USA, pero conviene esperar y ver.

Lo ideal: que Europa responda al reto que viene de Iberoamérica limitando los mandatos, en aquellos países donde tal límite no existe, como España. No tengo muchas esperanzas de ello, pero...

Eulogio López

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