Sr. Director:
La nueva ley de libertad religiosa acomete algo antitético a lo que su título proclama.

¿Acaso exigir la retirada de crucifijos y belenes de colegios públicos, no contraría la libertad de los que veneran el negocio en que se metió Dios para salvarnos? En nuestros tiempos se siembra un odio anticristiano de manera eficaz sin necesidad de persecución cruenta.

Basta con eliminar todo vestigio religioso que nos lleve a acordarnos de Dios y de reconocerle sus dones. Hay alguien muy interesado que este plan se lleve adelante sin demora: el propio Zapatero no es más que un instrumento del mal que quiere modificar los recursos que Dios entrega al hombre obstaculizando su salvación eterna. ¿Qué pensar si no de su propósito de erradicar el bien de la vida forzando a médicos y personal sanitario a ajusticiar a pequeños seres humanos bajo la amenaza de desobediencia civil? ¿Qué de la prostitución de nuestras hijas, empujadas a las relaciones sexuales desde temprana edad, favoreciendo de todos los modos posibles que las establezcan sin consecuencias para ellas? Pero de Dios nadie se burla y muy pronto el presidente enemigo de la libertad de conciencia será desalojado de su estado de poder. Como fue derrotada la II República, lo serán sus sueños de seductor.

Clara Jiménez

clarajim33@gmail.com