Como Carlos Menem prohibió el aborto en la Argentina y llevó la defensa de la vida del no nacido a la mismísima Carta Magna, Néstor Kirchner ha debido optar por una doble vía para introducir el Imperio la muerte en el país austral. Por una parte, el control y posterior utilización ideológica del Tribunal Supremo; por otra, introducir el aborto, así como otras reivindicaciones del feminismo más radical, a través de las distintas provincias o regiones.

Además, no está claro si es Zapatero quien imita a Kirchner o Kirchner a Zapatero, pero sus hojas de ruta son idénticas. Un ejemplo es el que narra la agencia Notivida, acerca de la aprobación, el pasado 1 de marzo, de la Ley de Violencia Familiar en la provincia de Córdoba. Incluso la fracción peronista hoy en el poder ha dado un paso más que en España no se atrevió a dar el ministro Jesús Caldera (o al menos no dio por esa vía) y que sitúa a la Argentina en zona aún más progresista que el zapaterismo español. Así, el feminismo argentino considera, siguiendo las pautas de Naciones Unidas, y con el apoyo de Kirchner, que se ejerce violencia es decir, violencia de género- sobre toda mujer a la que no se le permite desarrollar plenamente sus derechos sexuales y reproductivos. En otras palabras, cuando no se permite matar a su hijo mediante un aborto.