Encima, precisa una foto de paz social a toda costa: tienta a la CEOE con una reducción de 1,5 puntos en las cuotas sociales. La combinación de ambas medidas situaría el déficit público en cifras griegas. Elena Salgado quedaría tocada, pues se ha involucrado mucho. Todo ello porque Zapatero está obsesionado con las encuestas

Es el rumor más extendido estos días. El Gobierno Zapatero podría retrasar la aplicación de la subida del IVA ante el deterioro de la situación económica. Y eso que ya estamos saliendo de la crisis... El caso es que el Gobierno podría hacer caso al Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, y retrasar la subida del IVA. En el actual entorno no permitiría incrementar la recaudación, pues la economía está estancada, al tiempo supondría un enorme daño electoral. ZP está obsesionado con unas encuestas que, aún a dos años de cita electoral, parecen empeñadas en mantener la diferencia entre PP y PSOE en los seis puntos, una tendencia consolidada y peligrosa.

Por tanto, lo que hay que salvar es la cuestión política. Después de que Aguirre y Rajoy lanzaran su campaña de rebelión contra el IVA, quedaría un poco feo que el Gobierno se arrugase. Así que la manera de solventar la situación es adjudicarle la victoria a Aguirre y dividir al PP, estrategia practicada por Leyre Pajín todos los lunes, en sus comparecencias ante los medios.

Y es que, por de pronto, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Elena Salgado, quedaría tocada. Se ha dejado muchos pelos en esa gatera, ha peleado mucho con el Partido Popular y, a la postre, llegó a asegurar que la subida no era negociable y que se llevaría a efecto en cualquier caso. No se preocupen, Salgado no conjuga el verbo dimitir.

Y el problema no acaba ahí, porque Zapatero, obsesionado con las encuestas, pretende a toda cosa una foto de diálogo social con empresarios y sindicatos.   

El pasado mes de julio, el Gobierno parecía dispuesto a rebajar las cotizaciones sociales para ponernos en línea con nuestros socios europeos. Aquello se rompió tras la tortuosa cena de Díaz Ferrán en Moncloa y ese tercer grado. El Gobierno ha reiterado en varias ocasiones que rebajar las cotizaciones sociales no está en la agenda. Sin embargo, en las últimas semanas se ha trabajado en la culminación de la separación de fuentes, lo que daría un margen de entre medio punto y un punto de rebaja.

Ahora sin embargo, el Gobierno podría ir más allá, hasta 1,5 puntos. Eso sí, esa rebaja no serviría para mejorar la competitividad de nuestras empresas sino en aplicación del llamado 'modelo austríaco'. Es decir, las empresas aportarían ese 1,5% a un fondo de despido de cada trabajador que el empleado podría llevarse en la 'mochila' si se cambia de empresa y que podría recuperar el día de su jubilación. Es un fondo 'a más a más'. Es decir, se suma a la indemnización por despido existente actualmente y a los actuales subsidios de desempleo. Los empresarios, ni fú ni fá, aunque se quedarán sin la reclamada rebaja de las cotizaciones sociales. Porque en el fondo no bajan, sino que un 1,5% de ellas se dedicara a ese fondo austríaco. Que por cierto, no es austríaco, sino chileno. Y se hizo para crear un fondo de despido ante la inexistencia de nada. En este caso no es 'en vez de', sino 'además de'.

En resumen, renunciar a la subida del IVA tiene un coste político: dar la razón al PP. Reducir las cotizaciones sociales con trampa -modelo austriaco- puede forzar la negativa de los empresarios. Con la reducción de cotizaciones y mantenimiento de los tipos del IVA, el déficit fiscal español igualaría muy probablemente al griego. Pero se trata de ganar las elecciones.

Andrés Velázquez

andres@hispanidad.com