Se repite la historia cuatro años más tarde. El acuerdo garantizaría la Generalitat a CiU a cambio de un apoyo estable de legislatura y participación en el Gobierno. Zapatero enlaza con CiU ante la desconfianza de Mas y la negativa de Durán. Carme Chacón apoya el pacto. Montilla se da por amortizado. El acuerdo incluye tapar los escándalos que afectan a CiU y PSC, especialmente el caso Palau

La historia se repite. Hace cuatro años se intento un acuerdo entre el PSOE y CiU. En realidad no se intentó, se pactó. Lo hicieron Zapatero y Mas. El presidente se comprometía a desencallar el Estatut a cambio de un pacto PSOE-CiU en Cataluña. El asunto se rompió por la negativa de Montilla, que se rebeló contra los pactos de ZP. Mas quedó chafado. Desde entonces asegura que no se fía de la palabra de Zapatero y que a partir de ahora, los pactos tendrán que ser con pago anticipado.

Y el acuerdo del que hablamos contiene pago anticipado. Las encuestas dan ganador a CiU. Pero no todas coinciden en que habrá mayoría absoluta. Puede que en unos meses la cosa se dé la vuelta y el PSOE tenga posibilidad de reeditar el tripartito. Difícil, pero no imposible. Así que la oferta consiste en que no se reeditará ese tripartito y que apoyarán la investidura de CiU. Aún así, Mas no lo termina de ver claro. En primer lugar porque confía en la mayoría absoluta. Y en segundo lugar porque tiene otras alianzas posibles. Primera: el PP. La ofrecería gratis, como en el País Vasco, a cambio de un eventual apoyo a la gobernabilidad en caso de una victoria nacional del PP. No es agradable porque el PP está demonizado por haber presentado el recurso al Estatut. Pero es una posibilidad: tú te abstienes y facilitas mi investidura. No sale demasiado caro en términos de imagen.

La segunda alternativa de CiU es buscar apoyos en ERC. Tampoco es agradable porque en ERC están radicalizados y, sobre todo, se han convertido en los principales competidores políticos de CiU. Aún así, la política hace extraños compañeros de cama. Desde luego el PSC es el enemigo, el Gobierno que ha fracasado, la administración que hay que superar, el partido que hermanado con el nacional PSOE ha puesto palos en las ruedas del Estatut, etc. Así que el acuerdo socio-convergente es muy difícil. Pero tampoco imposible. Sobre todo si tenemos en cuenta que el acuerdo incluye tapar los escándalos que afectan a uno y otro. Ya se sabe: fiscalía y policía de baja intensidad. De momento el caso Palau enfanga las elecciones y el 3% puede volver a aflorar en cualquier momento.  

Luego está la parte nacional. El acuerdo exige un pago en forma de apoyo de gobernabilidad que le ofrezca a Zapatero estabilidad para salvar la legislatura. El problema es que Durán ya ha calificado a Zapatero de cadáver político y ha dejado claro por activa y por pasiva que no le apoyará los presupuestos. Ahora no puede desdecirse. Ni siquiera aunque le ofrezcan sustituir a Moratinos. Durán no comparte esta estrategia, pero quizás no le quede más remedio que aceptarla.

¿Y quién sí apoya esta estrategia? En primer lugar, Pujol, que está menos amortizado de lo que parece. Y en segundo lugar, Carme Chacón, que ella sí que da por amortizado a Montilla y apuesta por un mecanismo que amortigüe la caída del PSC más que previsible en las próximas catalanas.

La alternativa para el PSOE es buscar una alianza con el PNV. Tampoco es fácil. Principalmente porque Patxi López y el PSE no la aceptarían. Saben que un Gobierno PSE-PNV acaba derritiendo a los socialistas. Otra cosa es que los nacionalistas vascos se den por contentos con el mantenimiento del poder en el entramado público vasco. Pero no parece que sea suficiente. De hecho votaron en contra del techo de gasto, para sorpresa de muchos. Así que ante las dificultades con el PNV, Zapatero busca flotador con CiU. Ya veremos a ver si los catalanistas le ofrecen oxígeno a ese cadáver político. Eso sí, siempre con sentido de Estado. Como el zapaterazo y el techo de gasto. ¿Sentido de Estado, un nacionalista?

Andrés Velázquez

andres@hispanidad.com