Ojalá caiga Zapatero, el presidente más desastroso, y rencoroso, de la democracia, pero el fin no justifica los medios

El hombre del dialogo y del talante, el que acusaba al Partido Popular de mantener un estado de crispación permanente, ha conseguido el récord de crispación en España en toda la etapa democrática. Nadie se le acerca ni por casualidad.

Poco después del 11-M decíamos en Hispanidad que toda la legislatura socialista iba a estar marcada por el intento del Gobierno de borrar una verdad innegable: que Zapatero llegó a La Moncloa gracias al asesinato de 192 inocentes. Legalmente, porque ganó las elecciones, pero gracias a la masacre. Hasta el 10 de marzo de 2004, 22 encuestas daban vencedor al Partido Popular, y ninguna, ni una sola, al PSOE. Sólo que Zapatero no estaba dispuesto a reconocerlo, así que introdujo la mentira en el mismo inicio de su reinado. Comenzar mintiendo no es buena señal. Primero porque es inmoral, y luego porque contribuyó al lamentable síndrome de Estocolmo la cobardía -otra grave inmoralidad- que caracteriza a España, representada, en estado puro, por Pilar Manjón, la mujer empeñada en que a su hijo no le mataron los islamistas, sino Aznar, en persona.

A partir de ahí, todo lo que ha hecho Zapatero, consiste en desmoralizar a los españoles. Un pueblo sin moral es un pueblo sin capacidad crítica, dispuesto a aceptar, por ejemplo, la manipulación de embriones, el gaymonio, el divorcio expreess, la humillación sin cuento ante ETA o los ataques a la Iglesia van en la misma línea, aunque parezcan cosas distintas. La técnica de Zapatero consiste en defender cualquier bestialidad con la única razón de que eso fastidia a lo que él llama la derecha, y que en el fondo debería llamar la Iglesia, pues contra la Iglesia es contra quien realmente dispara. Dicho de otra forma: un país como España, dominado por el miedo y por el Síndrome de Estocolmo no vota a favor de algo o de alguien: vota en contra de.

Pero hay más. El hoy ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuyo cinismo comienza siendo gracioso y acaba resultando insufrible, se permitió el lujo de manipular al electorado entre el 11 y el 14 de marzo, con la sinfonía Polanco de fondo : Los españoles no se merecen un Gobierno que les mienta, afirmó, cuando el que estaba mintiendo era él. El PP, simplemente, estaba obsesionado con ETA, y no mintió cuando el atribuyó el atentado al terrorismo etarra, a pesar de que las propias condiciones del sucesos apuntaban al terrorismo islámico, mucho más bestia incluso en la bestialidad hay grados- que el de los majaderos de ETA.

El PSOE no sólo manipuló, sino que se apuntó a la tesis islámica seguramente la verdadera- y para evitar cualquier asomo de la tesis opuesta la etarra-, ha hecho todo o posible. Por una parte, lanzó la Alianza de Civilizaciones para contentar al primer sospechoso de ser el verdadero autor del 11-M (no puedo demostrarlo, ciertamente, pero es que aquí se pueden demostrar muy pocas cosas): Mohamed VI (por cierto esta era la tesis del libro publicado por el director adjunto de El Mundo, Casimiro García Abadillo 11-M: la venganza, tesis, que curiosamente, ha sido abandonada por El Mundo). Pedro J. Ramírez es un personaje que funciona con lo que podríamos calificar de lógica inversa: Primero decide lo que le interesa y luego busca las premisas investigaciones periodísticas, exclusivas, etc.- que permiten llegar a la misma. Pedro J. ha concluido que ETA perpetró el 11-M y no parará hasta que lo demuestre.

Como siempre ocurre, el periodismo investigador no investiga nada. Lo que hace es recibir filtraciones interesadas que luego contrasta. En este caso, Ramírez está administrando informes de policías afines al Partido Popular la mayoría de los cuales fueron redactados en los días o semanas posteriores a la masacre. La dosificación de datos es una de las técnicas más habituales de Pedro José.

Más: he leído todo lo leíble sobe las famosas investigaciones del 11-M, y sólo puedo decir que Pedro J. y su mayordomo, Federico Jiménez Losantos, proporcionan muchas e interesantes preguntas y ni una sola respuesta. Por ejemplo : el sustrato argumental de todas las denuncias de El Mundo consiste en establecer relaciones entre el armamento utilizado por ETA y el explosionado la mañana del 11-M. Pero eso no significa que ETA cometiera el atentado. Lo que significa es que ambos grupos terroristas se alimentaban del mismo proveedor

Más. Un famoso reportero-investigador del diario El Mundo va diciendo a quien quiera escucharle que la famosa entrevista de El Mundo con Trashorras o Lavandera está hecha en la redacción, preguntas y respuestas, a las que los encausados dan su visto bueno. Si es así, eso es peor que pagar.

Las tesis de Pedro J., jaleado por FJL, no se quedan en que ETA estuviera implicada. Con vocablos equívocos (¿hasta dónde está implicada?) Pedro J. va dando pasos hacia su objetivo definitivo : no sólo es que ETA estuviera implicada, no sólo es que el PSOE lo supiera, es que Zapatero puso las mochilas que estallaron en los trenes. La demencia expositiva de Pedro J. Ramírez es muy similar a la de Pilar Manjón: recorren, y a buen ritmo, el espacio que va de la causalidad a la culpabilidad, un camino lleno de saltos en el vacío y de medias verdades. Para Manjón, Aznar nos metió en la guerra de Iraq (en tal caso sería en la postguerra), luego Aznar no sólo es causante, sino también culpable de la muerte de su hijo. Para Pedro J., el PSOE no ha investigado correctamente el 11-M, incluso se aprovechó de la masacre, e incluso ha ocultado algunas pruebas nunca definitivas, pero sí llamativas, de la relación entre ETA y los grupos islamistas. Por tanto, el PSOE no sólo oculta algo : es que el mismísimo Zapatero colocó las bombas en los trenes. Ya se sabe que los sueños de la razón producen monstruos, pero el racionalismo interesado produce algo peor: produce locura.

Zapatero ha desmoralizado a un país y lo ha pervertido a costa de explotar el miedo colectivo. Pedro J. ha instaurado el vale todo con tal de derrocar al Gobierno, estirando argumentos y rizando datos. ¿Y por qué lo hace? Porque la concepción de poder que tiene este periodista es orwelliana: el poder consiste en la capacidad de infligir daño. La trayectoria profesional de Pedro J. consiste precisamente en eso : en los ministros, empresarios y demás poderosos a los que haya conseguido derribar.

Por tanto, ambos, Zapatero y Ramírez, son dos impostores y dos mentirosos.

PD: la estupidez del dúo ZP-Rubalcaba, empeñado en ocultar las informaciones que va desvelando El Mundo, no hace otra cosa que favorecer a Ramírez. En lugar de abrir los archivos, se han enrocado. Mientras tanto, el país está paralizado.