El lío del Estatut, y la desconfianza progresiva de los españoles en la capacidad del Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, han sembrado la alarma en el PSOE. Por su parte, en el Partido Popular llegan a la misma conclusión por vías distintas. Y las conclusiones que puede haber convocatoria de elecciones anticipadas antes incluso de las municipales y autonómicas de 2007. Para ser exactos, en 2006.

El detonante, sería la tan anhelada, al menos por el Gobierno, tregua de ETA. Zapatero está empeñado en pasar a la historia como el pacificador de Euskadi, y para eso necesita que la organización terrorista declare una tregua y dar salida al plan Ibarretxe o similar, algo que fuera aceptado por el nacionalismo vasco, en sus versiones más o menos radicales.

Por su parte, Rajoy está empeñado en que ninguno de los prohombres del Gobierno Aznar, le hagan sombra. Por eso le encanta que Rodrigo Rato esté en el FMI, que Loyola de Palacio, harta de no tener función en el partido, distraiga su tiempo en la BNP o que personalidades como Mayor Oreja o Cristóbal Montoro estén arriconados en Bruselas o que personajes de primera línea, como Elvira Rodríguez, vegeten en la madrileña calle Génova. Al tiempo, se rodea de personajes más bien mediocres, como Acebes o Zaplana, que sabe que nunca podrían disputarle el trono. Eso sí, las elecciones anticipadas corren a favor de su liderazgo en el partido, pero no a favor de su victoria en las urnas. A día de hoy, en Génova saben perfectamente que sólo más meteduras de pata de Zapatero tipo Estatut o Melilla- pueden darles la victoria.

En el Partido Popular, alguien recordaba a Hispanidad las palabras pronunciadas por el entonces ministro de Fomento, Álvarez Cascos, en plena guerra de sucesión en el partido. Cascos, citó, y muy interesadamente, a Maura, para quien gobernar no puede consistir en dejar pasar las hojas del calendario. Sí, se refería a Rajoy.