Sr. Director:

Zapatero compareció en el Congreso de los Diputados para decir muy claro que él y sólo él es el único responsable de lo que sucede en Barcelona. En la democrática, moderna y europea Cataluña. Zapatero se disculpa ante miles de ciudadanos. Pero, ¿quién cree al inquilino de la Moncloa?

Mientras él pide perdón, la Ministra sigue en su puesto. Ella, que es la personificación de la tomadura de pelo; ella, que es el mejor ejemplo del autoritarismo y de la antipatía; ella, que no ha hecho nada bien y que, además, se entretiene moviendo los labios, o sea, pensando en alto, mientras Mariano Rajoy d ice verdades. Verdades que obviamente al gobierno radical de izquierda no le gusta oír.

Zapatero es un político que nos manosea con la palabra vacía. Su perdón es una quimera. Su perdón es una ofensa. Porque su perdón se sobrentiende que está ahí desde que ocupa el poder político. Su responsabilidad al más alto nivel va en el sueldo.

Visita las obras cuando no hay trabajadores por los alrededores. Se disculpa sin poner en la bandeja la cabeza de una ministra que es un insulto a la decencia política.

Zapatero es, al fin y al cabo, el gran socavón de la democracia española.

Lorenzo de Ara

aracipriano@hotmail.com