Polanco, Lara y Berlusconi (el Polarconio) no se van a hacer daño. Están a punto de llegar a un acuerdo, por lo que Pedro J. Ramírez se quedaría sólo para presentar un recurso contra la apertura de Canal . Eso sí, Vocento exige retomar el control ideológico de Tele 5. Desde Moncloa se diseña un sistema para que el actual oligopolio controle también la TV digital, tras el apagón analógico.

Zapatero, por obra y gracia del gran Miguel Barroso, secretario de Estado de Comunicación (en Madrid algunos dicen que de Telecomunicaciones, aunque ese privilegio corresponde a Francisco Ros, de Industria, un mandao), tiene diseñado su gran plan para el control ideológico de la TV en España. A día de hoy, ya puede decirse que no existe un solo canal, salvo Popular TV y las autonómicas del PP (especialmente Tele Madrid) que ejerzan un papel crítico con el Ejecutivo central. En un año, el control socialista de los medios ha superado con creces al del Aznarismo.

Y ese control, así como el asentamiento del oligopolio audiovisual, ha dado varios pasos de relevancia en la semana vencida. De entrada, decir que el oligopolio está formado por Jesús Polanco (que mantiene, además, el monopolio de la TV de pago), José Manuel Lara, con A-3 TV y Silvio Berluconi, por Tele 5. Es decir, lo que ya empieza a conocerse como el Polarconio, con una o final que revela el espíritu de monopolio ideológico del trío de editores más importante de España.

En breve Berlusconi mantendrá el control de Tele 5 pero caerá a Vocento el control de los informativos. Si no hay acuerdo es porque el grupo vasco del ABC exige controlar el capital sin llegar al 30% del mismo (ahora posee el 12). Insistimos: a quien Moncloa teme no es al ABC ni a Tele 5, cuya redacción de informativos está controlada por periodistas filosocialistas, sino el poderoso grupo de prensa regional de Vocento, que esos crean más opinión que los sesudos rotativos madrileños. Y no olvidemos tampoco, que el oligopolio televisivo lo es también radiofónico, porque estamos hablando de multimedias: Polanco con la Ser y una decena de cadena más, Lara con Onda Cero y Vocento con Punto Radio.

Pero la gran jugada de Barroso mira más allá. Lo que Barroso pretende es que el actual oligopolio, que sólo precisa de algunos ajustes, se perpetúe cuando llegue el apagón analógico y venga la televisión digital, que multiplica el espectro radioeléctrico. Por decirlo pronto : lo que el PSOE, sin que el PP se entere (¿se entera de algo el PP?) está haciendo es perpetuar el actual sistema mediático hasta la digital. Un sistema, además, ideológicamente monolítico, políticamente correcto y con talante tolerante.

Por una parte, llega la apertura de Canal . Los expertos consultados por Hispanidad coinciden: las protestas de los otros miembros del oligopolio se van a hacer en voz bajita. Hombre, salvo Pedro J. Ramírez, que es el gran perdedor del invento, pero Zapatero está cada vez más convencido de que a Pedro J. no se le puede seguir Matando a besos y que el choque de trenes entre El Mundo y Moncloa es inevitable. Ocurrió con Felipe González y volverá a ocurrir ahora.

El oligopolio se puede romper por dos vías: o bien el cable (en mantillas en España) o bien exigiendo lo que se ha exigido en otros países, especialmente en Estados Unidos: incompatibilidad entre el control de una TV de alcance nacional y de alcance regional o local. Pero aquí Barroso lo tiene muy claro : fue el Gobierno Aznar, siempre temeroso de Polanco, quien permitió a éste, así como a Vocento participar en un canal nacional y en cadenas locales (Localia y Vocento TV respectivamente). Además, los oligopolistas siempre acaban entendiéndose, y así, A-3 TV y Tele 5 están dispuestos a mirar hacia otro lado, especialmente Lara, que es el que no posee una tele local.

Pero hay más. Recordemos que el Gobierno acaba de probar la batería de normas que permite la apertura de Canal además de conceder un nuevo canal, que irá a parar al grupo filosocialista catalán Zeta y al aún más filosocialista catalán Mediapro, de Jaume Roures verdadero cuerpo de elite de Moncloa a la hora de precarizar el empleo en el sector pero, eso sí, desde una postura progresista del No a la guerra.

Veamos cómo todas esas intenciones, y la traca final que luego abordaremos, se han ido cumpliendo en la semana que termina. Por ejemplo, el pasado miércoles 6 se reúne la Asamblea de UTECA, patronal de las televisiones privadas, diez días después de que toda la plana mayor de UTECA acudiera a Moncloa invitada por Rodríguez Zapatero. Desde ese momento no hubo amenazas de impugnación judicial a la apertura de Canal ¡Qué cosas!

Más, el jueves se reúne la Permanente del Consejo Asesor de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información, presidido por Francisco Ros. Todos los operadores reciben la batería de medidas legales que el Consejo de Ministros aprobó el pasado viernes 24 de junio, lo que otorga carta de naturaleza al proyecto.

Esa misma tarde del jueves, se reúne el Consejo de Administración de RTVE y, qué cosas, solicita dos canales de tecnología digital. Ojo al dato : cada canal digital equivale a cuatro programas, es decir, a cuatro programaciones distintas. En otras palabras, RTVE está pidiendo 8 programaciones.

El plan de Barroso, y esta es la pieza para perpetuar el oligopolio audiovisual afín al PSOE, consiste en conceder los nuevos canales digitales a los actuales miembros del oligopolio analógico. Así, Polanco, por Canal Plus, recibiría 4 programaciones (ojo, en abierto), otro tanto Lara, otro tanto Vocento-Berlusconi, otro tanto RTVE la mitad de lo que solicita) y dos el nuevo competidor: Zeta-Mediapro.

No es que el espectro radioeléctrico con tecnología digital no pueda dar entrada a nuevos operadores, sino que, cuánto dolor, el Gobierno debe ceder ese espacio para los canales autonómicos y locales que deberán conceder comunidades y ayuntamientos. Naturalmente, las cadenas locales, con la excepción de Popular TV, de la cadena COPE, y algunas cadenas regionales están en manos de miembros del oligopolio. Es el caso de la Localia de Polanco o de Vocento TV. En cualquier caso, los gobiernos regionales pueden hacer maravillas, forzando zonas de sombra a una cadena de emisoras locales. Por ejemplo, basta con que los Gobiernos catalán y vasco no concedan licencias a Popular TV para que la COPE no pueda formar nunca una cadena nacional capaz de competir con los miembros del oligopolio.