¿Quién está más enfadado con la renovación de Enrique Múgica como Defensor del Pueblo? Pues el lobby feminista del PSOE, claro está, pero muy en especial Carmen Alborch. La ex ministra de Cultura, ídolo de las feministas, ya tenía preparadas las maletas y, lo que es peor, ya tenia a su equipo, retazos d su antiguos colaboradores-as (más bien as antes que es) y otros que estuvieron con Matilde Fernández, otra de las campeonas del núcleo feminista del PSOE, cuando fuera ministra de Asuntos Sociales, probablemente el ministerio mas ideologizado de todo el Felipismo, aunque su gestión semeje ahora como tímidas iniciativas. 

Es más, Enrique Múgica es considerado por Alborch como un hombre poco sensible hacia las reclamaciones de la mujer. Múgica, cuya ascendencia hebrea no le hace especialmente querido por el colectivo feminista, es considerado como un político más interesado en luchar contra el terrorismo que en lo que en el seno del PSOE califican como cuestión social, que no es otra cosa que las reivindicaciones en el terreno feminista y sexual.

En cualquier caso, Zapatero, por vez primera en 15 meses, ha pisado un callo al colectivo feminista.