Un juez no es la garantía definitiva, pero es otra garantía. Si a lo que más temía Indalecio Prieto era a un requeté recién comulgado yo lo que más temo es un juez ejerciendo de ministro.  Un fiscal es peor: tiene la mentalidad de juez y obedece al ministro. ¡Un horror!

A nada temo más que a un Gobierno de jueces y fiscales. Un juez no me defiende del poder político ni del poder económico, tampoco del vecino, simplemente lo suyo es un segundo diagnóstico y mientras el individuo pueda perder un segundo diagnóstico cabe la posibilidad de que el poder judicial entre en liza con el gubernativo, policial, parlamentario, etc. Y a lo mejor por ahí, el individuo encuentra una salida.

Que al presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll le detenga la policía sin orden judicial y le retenga durante 14 horas no sé si es legal o ilegal y tampoco me importa: suena muy mal. Recuerden que la democracia consiste en que suene el timbre de la puerta de madrugada y sea el lechero. A Ripoll le pillaron en pijama pero no era el lechero sino el madero: le llevaron a comisaría sin orden judicial.

Aún suena peor que el Ministerio de Industria, no un juez, multe a Intereconomía por un vídeo presuntamente homófobo. Un vídeo muy bien hecho, porque, en efecto: ¿Orgullo de qué? Pues bien, resulta que ha sido el ministro de Industria, Miguel Sebastián, quien asumiendo el pensamiento invertido del lobby gay asegura que lo que busca Intereconomía es beneficiarse económicamente ¡de una multa de 100.000 euros! A esa sutilísima operación le llama don Miguel estrategia comercial.

La tendencia totalitaria no termina ahí. La Ley de Servicios de la Sociedad de la información faculta a cualquier institución pública para cerrar una página WEB sin pasar por el juez.

Y ojo con la nueva política de la Agencia de Protección de Datos quien considera que cualquier persona o personaje puede pedir que se borre de Internet cualquier comentario que no le guste, independientemente de que sea verdad o no. Un paso más hacia el totalitarismo.   

Pero todo esto a Mariano Rajoy, ese gran frívolo, no parece preocuparle salvo lo que afecta a Ripoll que para eso es un cargo electo del PP. Lo demás no le importa. Es una mera cuestión de libertades.

Eulogio López

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