La plataforma Hazteoir se dispone a regalar 500.000 ejemplares de su libro PZ, Proyecto Zapatero, cuyos autores son Ignacio Arsuaga y Miguel Vidal Santos.

Es un resumen corto y enjundioso, muy bien hecho, de lo que representa el Zapaterismo, que no es un proyecto político de izquierdas sino un proyecto anticristiano -nunca me ha gustó ni lo de laicismo ni lo de laicidad). Una reingeniería social anticatólica y, por tanto, liberticida.

Un informe magnífico, ágil, de esos que, a base concretar, dar forma a las sospechas que todos tenemos sobre la veracidad de determinados juicios, quiero decir: servidora asegura que el único objetivo de Zapatero es cargarse a la Iglesia pero Arsuaga y Vidal no lo aseguran: lo demuestran. El seguimiento de toda la legislación zapateril no deja lugar a dudas. Su espléndida condensación en un volumen de pocas páginas, tampoco. Y van a regalar 500.000 ejemplares. Oiga. Cualquiera que merodee por el sector editorial sabe lo que eso representa.

El pero, el único pero a este magnífico volumen, es el mismo de siempre. Hazteoir (espléndida labor la que ha hecho en España) es una de las asociaciones satélite del grupo Yunque (a partir de esta frase se me van a cabrear todos mis amigos y conocidos Yunque). Vuelvo a lo de siempre: son magníficos. La obra de Yunque es de una clarividencia de objetivos tremenda, de una eficacia sin par y de un coraje digno de elogio. Lo único malo es que son secretos. Por ejemplo, niegan que Hazteoir sea Yunque. Y ésta es la cuestión porque, ¿por qué puñetas son secretos?

Empecemos por el principio, que no es mal método.

Lo que cabrea de Yunque es la falta de lealtad que implica ese secretismo: falta de lealtad a la Iglesia y falta de fidelidad en la amistad. En cuanto a su sistema de valores y de propagación de los mismos -insisto, ortodoxo y eficaz, a partes iguales- nada que objetar y mucho que aplaudir. Ahora bien, se dicen cristianos, pero el secretismo no es aceptado por la Iglesia. Como les he dicho a mis amigos yunque otras veces: la iglesia no condena la masonería por ser anticristiana, sino por ser anticristiana y secreta. A Cristo no le gustaba nada el secretismo.

Además, ¿seguro que el secreto es sinónimo de eficacia? Quizás cuando nació Yunque, allá por los años cuarenta, en México, el secreto no era sólo sensato: era imprescindible, en primer lugar por razones de seguridad, en una sociedad oficialmente atea y perseguidora de antirrevolucionarios (el fundador de Yunque fue asesinado por matones del PRI). Aquí y ahora, no. Y ni antes ni ahora, ni en México ni en España, si hubiera clérigos adosados al movimiento que los hay.

No, el secretismo cabrea y resulta desleal pero hay algo que me parece aún más preocupante, no para mí, sino para los miembros de Yunque, ésos que nunca dicen que lo son. Lo planteo en forma de pregunta: ¿cuál es el objetivo último de la organización? ¿Cuál es el fin y cuáles los medios? Es claro que los objetivos de Yunque, bien reflejados en Proyecto Zapatero, son la defensa de la vida, de la familia, de la libertad de enseñanza e incluso apuntan al cuarto principio no negociable de Benedicto XVI: el bien común (tan concretable como los otros tres, si lo sabré yo, que me dedico al periodismo económico). Ahora bien, los principios -o valores- no negociables no son negociables pero sí son principios y no finales, no objetivos últimos. El fin único del cristiano es amar a Cristo y a los hombres. Una sociedad cristiana sin Cristo se diluiría en cuestión de meses, por no decir semanas. Además, las teorías del liderazgo, tan propias de las esuela de negocio, siempre me han parecido una horterada. Dios juega con los hombres y el estilo del Nazareno consistía en buscar lo menudo para vencer a lo grande, lo miserable para confundir a los poderosos, y esto desde la elección de 12 desarrapados para fundar su Iglesia indestructible. Hasta tal punto es así, que la historia del Cuerpo Místico puede resumirse con el viejo aforismo que servidor ha convertido en lema vital: de derrota en derrota hasta la victoria final (uno es así de profundo).

En cualquier caso Dios nunca se deja utilizar como medio, ni tan siquiera para fines políticos o sociales nobilísimos. Y sí, sé que la acusación de que Yunque trabaja para el Partido Popular es una calumnia. El mismo libro que acabo de terminar da en la diana cuando sus autores desvelan la tibieza moral del PP, convertido en derecha pagana.

Yunque tiene que purificar la intención. Es así de sencillo. Lo que hace, y lo hace muy bien -pues sus miembros son inteligentes y valientes-, será lícito mientras el objetivo final sea Cristo y los medios no les lleven a utilizar a la Iglesia visible, por ejemplo, a obispos desinformados, como instrumento. El fin no justifica los medios ni tan siquiera cuando se trata de un buen fin.

Yunque debe recordar que el objetivo de la Iglesia no es cambiar gobiernos, ni tan siquiera cambiar la sociedad, sino cambiar al hombre. Y ni tan siquiera lo cambia ella: lo cambia la Gracia de Dios y su misericordia. O dicho de otra forma: no hay que utilizar a la Iglesia como instrumento porque la Iglesia misma, nosotros mismos, en cuanto miembros del Cuerpo Místico, somos el instrumento de la Gracia. Sólo eso.

No se trata de destruir a Yunque: se trata de que cambie.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com