Sr. Director:

Y yo también amo a Laura. A la mía. A la de siempre. A la que empecé a amar desde el día en que la conocí. A la que sigo amando y seguiré amándola hasta que Dios nos separe. A la que respeté hasta el matrimonio. A la que juré lealtad de por vida el día que nos casamos. Con la que he formado una hermosa y numerosa familia.

Y lo digo sin vana presunción pero con orgullo. Y soy un hombre normal, con mis defectos, debilidades y pequeñas virtudes, pero sin ñoñerías ni pazguaterías.

Tengo a gala mi educación cristiana y un compromiso arraigado en la defensa de sus valores. y trato de defenderlos de los ataques con que se atacan hoy día desde la ignorancia, desde el poder y desde una sociedad que parece no tener otra meta que el hedonismo y otra norma que la libertad sin límites.

La Iglesia estorba, la moral estorba y la lealtad y la dignidad estorban también.

Tenía curiosidad por saber qué era eso de Amo a Laura. Creí, por lo mucho que se criticaba en la prensa y en la televisión de carril, que sería algún lema de alguna asociación  o entidad política o religiosa.

Me venció la curiosidad y, trasteando en internet, mi curiosidad quedó satisfecha:Amo a Laura es una canción   -más bien anodina- en la que se enaltece el amor puro entre los novios y el compromiso de respetarse (no sé por qué se usa este término) hasta llegar al matrimonio, de lo que luego se alegrarán.

Así me explico tanto disparate como he oído  y leído sobre Laura. Y así me explico también que, con la situación en que vivimos, esos propósitos de lealtad entre los novios choquen frontalmente.

Ahora eso, generalmente, no se lleva. Ahora lo que priva es vivir un noviazgo sin tabúes sexuales o vivir en pareja como preparación al matrimonio.

Lo contrario es una antigualla propia de seres tarados. Ahora lo que domina son botellonas, reuniones y fiestas de juventud, que parecen auténticas bacanales, donde el sexo y la droga son el único aliciente.

La continencia es algo que no va con la juventud. El sexo, en estos tiempos, se quiere ver como algo irresistible. Hasta desde los poderes públicos se repite que la moral sexual que predica la Iglesia está pasada de moda y que si la Iglesia no cambia su doctrina, los templos se quedarán vacíos.

¡Qué juventud están modelando nuestros gobernantes! Hoy a los niños de diez años se les instruye sobre la masturbación y a los adolescentes se les reparte preservativos o la píldora del día después o se les facilita el aborto cuando la cosa no tiene ya remedio.

¡Cómo no se van a poner dificultades a la enseñanza religiosa! ¡Cómo no se va a criticar a quienes respetan a Laura!

Yo la sigo amando como la amé toda mi vida.

Joaquin Ortiz

mariaurpilin@hotmail.com