Sr. Director:

Allá por el año 1958, en Antequera (Málaga), recuerdo que algunos hombres recogían por las calles las colillas de los cigarrillos que tiraban los fumadores (en aquellos años la mayoría de los cigarrillos eran sin filtro) y a esas colillas les quitaban el tabaco quemado y el resto, con papel de fumar y una maquinilla manual, hacían nuevos cigarrillos que vendían para poder comer.

 

Hace unos días, en la rambla de Tarragona, vi a un joven, de unos treinta años, que cogía las colillas que estaban en el suelo de las aceras. Dos días después volví a ver vi a otros dos jóvenes de edad parecida, hacer lo mismo con los cigarrillos que estaban en los grandes ceniceros puestos delante de un gran supermercado en el polígono Les Gavarres.

No sé, en ambos casos era para lo mismo que en el año 58 en Antequera, o para consumo propio, pero, en cualquier caso, lo que sí sé es que eso es un síntoma de regresión al pasado, a un pasado que creía que habíamos superado en esta España en la que nos ha tocado vivir.

Después de aquellos años en los que muchísimas familias tuvieron que salir de su tierra y emigrar para poder comer, después de muchos años de lucha para conseguir vivir en un país libre y democrático, después de esa lucha en la que conseguimos trabajo, formar una familia, comprar con hipoteca y pagar una casa, votar libremente, una sanidad pública, en la cual se miraban la mayoría de países europeos, después de conseguir todo eso, de golpe, sin que ninguno de los que cobran del erario público nos avisaran, por lo menos para prevenir, y nos avocaron a la situación de desastre en la que nos encontramos, donde no hay trabajo para los que quieren trabajar, nos desmantelan la sanidad pública, a los que votamos para que cumplan con el programa propuesto lo incumplen, muchos roban y no lo pagan, nos quitan el trabajo, nos quitan las casas que hemos estado pagando mientras hemos tenido trabajo.

Antes, cuando los ciudadanos salíamos a la calle a protestar por alguna cosa que hacían los gobiernos, y los ciudadanos entendíamos que estaba mal, se nos hacían caso, por ejemplo: el plan de empleo juvenil propuesto por el gobierno de Felipe González… hicimos una huelga general y el gobierno retiró ese plan. Ahora los ciudadanos salimos por cientos de miles en toda España, diciendo a los partidos que ya basta, que hay que oír al pueblo, que no podemos seguir con cinco millones de parados, que los bancos y los especuladores no pueden gobernar, que es el pueblo el único soberano… y no nos escuchan, no toman nota, están sordos y mudos, solo hacen oídos a los llamados mercados, al capital más retrogrado de todos los tiempos.

Esto ha de tener solución, no podemos permitir que más de un millón y medio de personas pasen hambre mientras vemos en la tele como una elite se pasea en grandes yates y realizan fastuosas fiestas mientras la mayoría de la población lo está pasando muy mal.

No podemos permitir que nos sigan quitando lo que es nuestro, no podemos permitir que mientras los banqueros y políticos fuman puros habanos, el pueblo recoja colillas.

Miguel Dueñas Muñoz