Sr. Director:
¡Qué interés el de la Ministra de Sanidad por la salud de los españoles!

 

Convencida de que el tabaco mata, -lo cual es cierto en parte- se propone encerrarlo en la más recóndita intimidad de cada fumador. La última medida -hasta ahora- de prohibir fumar en todos los locales públicos es -además de otra prueba de la ineptitud de este Gobierno, con sus ya clásicos golpes de timón diarios- una injusticia con los establecimientos que se endeudaron para adaptarse a la ley anterior. Ahora  se anuncia un importante incremento del paro y,  además, los expertos vaticinan un aumento del número de fumadores.

Y es que las políticas positivas comienzan en los primeros años de la escuela, empiezan con una buena educación, también en el tema del tabaco. Sin embargo, el Gobierno en pleno, es decir, el señor Zapatero, lo que enseña desde la más tierna infancia es a fornicar, con la falacia de acabar con los tabúes, cuando el único tabú que hay que desterrar es que el poder radica en el pueblo, porque la mitad más uno de un consistorio -o acaso la totalidad- no es omnipotente para dar y quitar derechos personales, íntimos o familiares.

Al tiempo que se pretende velar por la salud de los administrados prohibiendo fumar, se facilitan -cada día más- armas de destrucción masiva de seres inocentes, con la gran mentira -la virtud de Zapatero- del derecho de una madre a matar a su hijo.

Si esta tortuosa travesía sigue algún tiempo más al mando del Capitán Garfio, es previsible que las próximas generaciones -si ha lugar- no conozcan el tabaco, pero tampoco sepan quién es su propio padre.

Amparo Tos Boix