Minutos después de que el Inter eliminara al Barça de la Champions con el repugnante antifútbol de Mourinho, en los barrios de Madrid se oían petardos de celebración.

Los madridistas son hoy los culés de hace 15 años: como no podían alegrarse de las victorias propias se alegraban de las derrotas ajenas. Para el Barça histórico, la temporada se cerraba de forma exitosa si ganaban al Madrid aunque éste ganara todo lo demás y exhibiera sensación de fortaleza en lugar de impotencia.

Hoy se han trocado los papeles.

Naturalmente, Marca periódico de cámara de Florentino Pérez, al igual que Expansión y El Mundo, siempre a su servicio, asegura que Florentino fichara ál impresentable Mourinho.

Insisto: Florentino se ha cargado el madridismo, y el verduguillo será el fichaje del impresentable entrenador del Inter.

Se ha cargado el madridismo porque, al convertir un club de fútbol en una empresa -sólo le falta cotizar en Bolsa- se ha cargado la cantera y ha destrozado la ilusión de miles de chavales que nunca llegarán a la cumbre porque el señor Pérez fichará al hortera de Ronaldo, es decir, a un jugador que ya está en la cumbre, y que no está dispuesto a dejarse la piel salvo en los anuncios en las campañas publicitarias para asegurar su futuro económico de lujo cuando cuelgue las botas.

Hoy, el Barça es quien cuida la cantera, y buena parte de sus prohijados están en el primer equipo.

Y Florentino también se ha cargado el madridismo, que ha perdido todo su señorío, como demuestran los cohetes de alegría no por no ganar la Champions, sino porque la pierda el rival. Tristísimo.

Un equipo de fútbol no es una empresa: es mucho más... o al menos puede serlo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com