Habituados como estamos a contemplar la tragedia que supone el periplo de muchos inmigrantes por llegar a lo que suponen es el paraíso occidental, es complicado que un producto de ficción que trate ese tema emocione. Pues bien, Welcome lo consigue con creces e, inexorablemente, te deja impactado.

Simon, un entrenador de natación introvertido y desolado por su reciente separación, conoce en el polideportivo donde trabaja a Bilal, un joven refugiado kurdo, de tan sólo 17 años, que pretende cruzar el Canal de la Mancha a nado para reunirse con su novia en Inglaterra. Aunque, en un principio, el amargado Simon sólo intenta desanimar al muchacho (al que sus amigos llaman Bazda, es decir, rápido) pronto la ingenuidad, el valor y la  nobleza de corazón del muchacho le conmueven y se convierte en su amigo, a pesar de todos los impedimentos que las autoridades de Calais ponen a aquellos que ayudan a los refugiados.

Rodada en escenarios naturales (lo que da más verosimilitud al relato)  Welcome es algo más que un filme realista de denuncia desde el momento en que, por la sensibilidad con la que está contada la historia, logra involucrar al espectador en la impotencia que sienten esos desgraciados que llegan al Primer Mundo buscando una oportunidad y sólo encuentran, en muchos casos, amargura y desesperación.

Magnífica en la descripción de personajes, Vincent Lindon está admirable en su papel de hombre que sufre una transformación interior gracias a la amistad y la solidaridad. Pero también cabe destacar la emotiva actuación del joven kurdo Firat Ayverdi (en su primera actuación en la gran pantalla) que, con su mirada inocente de niño grande, desarma al espectador más templado.

Para: Los que crean que el cine todavía puede emocionar