En principio, y en medio de una ambigüedad calculada, pasarían de 40 a 60 años de vida

Eso sí, con una fórmula retorcida como una viruta, para seguir manteniendo la imagen verde del Ejecutivo. Es decir, que la sensatez se impone en Moncloa... a la fuerza.

Una de cal y otra de arena. El Gobierno ha aprobado un RD que regula el concepto de vida útil y regula el procedimiento extraordinario para que las centrales puedan alargar su actividad. ¿Criterios? Los mismos que señalaba el PSOE en su programa electoral: seguridad en el suministro, costes y cumplimiento de Kyoto. Es decir, lo que siempre ha defendido Miguel Sebastián: No podemos vivir sin nuclear. Era necesario establecer un marco estable y es lo que se ha aprobado. Desde el Gobierno se rebelan a esta interpretación y sostienen que se trata no de abrir una puerta, porque ya estaba abierta, sino de regular mejor, con más seguridad y más transparencia. Aceptamos pulpo como animal de compañía. A cambio, el Gobierno eleva la responsabilidad civil de las compañías propietarias de los reactores. Se pasa de los 150 millones actuales a los 1.200 y además se extiende la responsabilidad sobre eventuales daños a personas y bienes a los 30 años.

La fórmula elegida es ambigua hasta el final. Como es sabido, nada prohíbe que las centrales nucleares amplíen su vida de 40 a 60 años. De hecho, como ocurrió en Garoña, todo consiste en que la empresa que explota el reactor solicite esa ampliación al Consejo de Seguridad Nuclear y al Ejecutivo. Ahora bien, cuando Garoña lo hizo el Gobierno se lo negó. Ahora, cuando las carísimas renovables han pedido su parte en plena crisis, ZP cae de la burra y se da cuenta de que tiene que volver a la energía nuclear, no por principios, sino por dinero: es la única energía barata que asegura el abastecimiento futuro. Un vuelco sin precedentes pero rodeado de equívocos. Y, por supuesto, se ha aprobado con alevosía, en vísperas de Navidad, con los ecologistas, y el resto del mundo, de vacaciones.

En el fondo, se ha utilizado el sistema Barack Obama, que llegó a la Casa Blanca con la aureola de líder ecologista. Ecologista, ciertamente, pues va a financiar renovables, pero no tonto. Por eso, al mismo tiempo, advirtió que los más de 80 reactores nucleares norteamericanos se ampliarían de 40 a 60 años, que es como construir un 50% de nuevos reactores nucleares de fisión. La diferencia es que Obama lo filtró a la sociedad nada más llegar a la Casa Blanca; Zapatero ha tardado cinco años y, encima, con la pésima señal enviada al mercado con el caso Garoña.

Por último, el Gobierno también ha aprobado el compromiso de establecer el concurso para el almacén central unificado de los residuos. El Gobierno calcula que en total se generarán 6.700 toneladas de residuos y establece los criterios para el concurso. Además, ya son 100 los municipios que han solicitado información. ¿Se encuentra entre ellos Garoña? No me sé el listado de los 100 municipios, responde De la Vega. Así que da toda la sensación de que será Garoña quien acoja los residuos: alternativa creíble, personal formado, cultura nuclear. Lo tiene todo. Ha ganado Sebastián frente al más antinuclear del Gobierno, Zapatero.

El Foro Nuclear ha preferido centrarse en el cementerio nuclear por mor de la preciada ambigüedad calculada del Ejecutivo, que ha permitido a De la Vega comportarse según es habitual tras los Consejos de ministros de  los viernes: con calculado cinismo. Pero, como en el mismo Foro han asegurado a Hispanidad, lo que realmente les ocupa es lo otro, la ampliación de la vida útil de las centrales. Eso sí es un vuelco en la política energética del Gobierno.

José Luis Panero

joseluis@hispanidad.com