Menos mal que s una mujer la que firma el artículo de la agencia Notivida, de otra forma

Sí, el género femenino suele ser mucho más violento que el masculino, al menos cuando tiene oportunidad, como en el caso flagrante del aborto, pero también en otras muchas situaciones.

¿Por qué entonces, identificamos la violencia con el varón como ejecutor y la mujer como víctima? Pues porque creemos, o nos han hecho creer, que la única violencia existente es la violencia física. Por lo general, el hombre tiene más fuerza bruta que la mujer por lo que si la relación, que ya es triste, degenera en violencia física, lleva todas las de ganar. Ahora bien, si hablamos de agresividad, intemperancia, animadversión, resentimiento, es decir, de todo lo que englobamos bajo el poco preciso concepto de violencia psicológica, estaremos de acuerdo en que la mujer, por regla general, quizás para compensar su menor fuerza física, se muestra mucho más violenta que el varón. Por eso, como decía Chesterton, el afeminado es el único hombre que no teme a la mujer.

En paralelo, recuerden la definición popular de un homosexual: un tipo que tiene la fuerza de un hombre y la mala leche de una mujer.

Simplemente, estamos ante uno de los grandes engaños feministas, monumental estafa ante la quienes pocos se atreven a elevar la voz. No hay que preocuparse. Estas grandes estafas desaparecen por sí solas en cuanto se colocan ante el espejo, es decir, en cuanto se repite una cuantas veces la verdad: la mujer puede ser tan violenta o más que el hombre. Es la historia del Traje del Emperador: todo el artificio salta por los aires en cuanto un niño, es decir, un ser políticamente incorrecto, levanta la voz y advierte: ¡El emperador va desnudo!

Eulogio López