Se produjo en ambiente relajado. Vidal Quadras acudía invitado por el PP de Matadepera, un lugar pera, como su propio nombre indica, cercano a Tarrasa (Barcelona). En ese ambiente, el ex presidente del PP catalán dirigió sibilinas críticas al actual presidente Josep Piqué por haberse mantenido silente durante todo el proceso de desarrollo del Estatuto catalán. Conviene recordar que Piqué ha afirmado recientemente que Cataluña podría ser una nación desde un punto de vista cultural. Unas declaraciones que han encendido los ánimos de más de un popular catalán.

La crítica de Vidal Quadras reforzaría la tesis de su intento de regreso manifestado recientemente en la conferencia del Ritz barcelonés, donde a pesar de la prohibición expresa, asistieron muchos del actual equipo de dirección. Vidal Quadras lo niega, pero cada vez que puede regresa a su Cataluña para arrear contra Piqué. Estrasburgo, definitivamente, le aburre.

Y el órdago estatutario hace más fácil que los peperos demanden un españolista como Vidal Quadras. Así que en estos días no ahorra esfuerzos para caldear el ambiente. Advierte que el actual Estatuto es un verdadero desafío organizado cuidadosamente por constitucionalistas de prestigio, incluido un ex vicepresidente del Tribunal Constitucional y el Instituto de Estudios Autonómicos.

Además, el vicepresidente del Parlamento Europeo considera que el término nación resulta letal y que el proyecto estatutario es un proyecto independentista. Por eso se muestra dudoso sobre la oportunidad de que el PP debata las enmiendas en su tramitación. Aunque en su opinión, la estrategia del PSOE es arrinconar al PP en Cataluña, País Vasco y Galicia para perpetuarse en el poder siguiendo el modelo del PRI mexicano. En opinión de Vidal Quadras, Zapatero recela de que la transición democrática tiene demasiado tufo del anterior régimen y trata de emprender mejoras que le permitan perpetuarse. Quizás por eso, el popular duda de la estrategia a seguir ante este envite catalanista.

Además, el ex presidente del PP catalán, vinculó la reforma estatutaria a la paz en el País Vasco y a los sucesos de Ceuta y Melilla. Unos miran con cautela lo que sucede y otros aprovechan la debilidad del Estado, apunta.