Decíamos ayer que la humanidad sufre de odio a la vida: millones de personas, más o menos manipuladas pero muy desesperadas, aseguran que la vida no merece la pena ser vivida, y animan y promueven que la humanidad reduzca su número y los humanos en ejercicio no procreen. No es que el aforo esté lleno, es que los que ya ocupan su butaca no les gusta el espectáculo, a lo mejor porque no se gustan a sí mismos. Ahora bien, esa falta de esperanza siempre conlleva una falta de caridad, de amor, de generosidad. Los odios a los nacimientos y a la paternidad corren paralelos con la aversión a la entrega. Natural y lógico.

¿Y qué es la familia? Pues la familia es el lugar donde uno se compromete, se entrega, se da a sí mismo, sin contraprestación alguna. Ya saben, en los huevos con chorizo la gallina se implica pero el cerdo se compromete. Pues el hombre y la mujer que crean una familia son unos verdaderos cerdos (sin perdón, porque así se llama el animalito). Por eso, Vida y familia van indisolublemente unidas. Por eso, también, la familia no nos viene impuesta sino regalada. Por eso, también, en el hogar es el único lugar en el que a la gente no se le valora por lo que aporta, sino por lo que es. Por eso, también, la familia es una célula de resistencia a la opresión, el mayor ámbito de libertad el que goza el hombre. Por eso, por último, no hay peor desastre que el desastre familiar, porque la corrupción de lo mejor es lo peor.

No sé si el señor presidente del Gobierno va a entender esto pero vamos a intentarlo. La concentración del próximo domingo 28, convocada por el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, no es hacer política: es hacer familia. ZP tampoco hace política con su política del divorcio express, el homomonio y otras lindezas: lo que hace es fastidiar a la familia, que se origina en el compromiso de dos seres y a los que, por tanto, hay que exigir un cumplimiento de dicho voto y una apertura a la vida.

Y esto es bello e instructivo en tiempos de crisis económica. Porque la recesión siempre viene precedida de una crisis familiar. ¿Qué haría el Estado sin la familia, que salva sus carencias de forma desinteresada? Pues estaríamos en violencia callejera permanente o en permanente guerra civil.

Así que no te apures, ZP, que la Eucaristía del próximo domingo 28, a las 12 de la mañana, no va contra ti. No se trata de una cuestión personal. No seas tan sensitivo. Eso sí, ya hay dos motivos para acudir a Colón:

1. Lo anteriormente aducido.

2. Fastidiar a ZP, que siempre se da por aludido.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com