Las elecciones venezolanas las ha ganado el marxista Hugo Chávez (en la imagen), que con permiso de su enfermedad estará en el poder hasta 2018. Y, con permiso de la susodicha enfermedad, soportaremos a don Hugo veinte años.

¿Es una democracia Venezuela? Digamos que es una democracia pervertida, donde se vota en las urnas pero el presidente controla todos los espacios de poder y utiliza ese poder para perpetuarse. Abunda mucho este tipo de perversión del sistema, y es más difícil de combatir que una dictadura marxista. Los nuevos tiranos aman las urnas y es muy difícil afrontar una batalla abierta.

De hecho, este tipo de democracia estilo siglo XXI sólo puede deshacerse si se impone la limitación temporal de mandatos. Insisto: si el poder absoluto corrompe absolutamente el poder permanente corrompe de forma permanente. Es decir, Chávez. La solución consiste en limitar a ocho años máximo el tiempo de estancia en el poder, habitual en otros países como Estados Unidos. Y aún así, Bill Clinton y Barack Obama están intentando crear dinastías para sortear tan lamentable escollo para perpetuarse en el poder. ¿O es que alguien cree que el matrimonio Obama, si consigue repetir en la Casa Blanca, no lanzará a Michelle como futura presidenta de la misma forma que Bill lanzó a Hillary?

Por cierto, en España no hay límites al mantenimiento en el poder de un primer ministro. Por cierto, en España no hay limitación de mandatos. El único que, 'motu proprio', optó por limitarlo fue José María Aznar.

En cualquier caso, urge una campaña popular por la limitación de estancia en el podio político: es la única forma de que la democracia no se pervierta en la acelerada sociedad de la información.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com.